¡Pequeñas historias con tus personajes favoritos de distintos animes! (xLectora ♀)
✓500k: 5 de junio, 2020.
✓1M: 14 de abril, 2021.
Los animes y personajes no me pertenecen. Créditos a sus respectivos mangakas/creadores.
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El héroe negro azabache observaba con una mirada seria a su novia que estaba sentada en el suelo con las piernas cruzadas con la espalda pegada en un costado de su cama. Sus ojos carmesí escaneaban con atención la expresión del rostro de la chica, era bastante obvio que ocultaba algo que no quería que nadie se enterara, probablemente sentía que la reñirían. Fumikage no le preguntó más que un par de veces sobre lo que estaba pasando, pero ella no respondía.
—No es nada, de verdad —decía la joven solo para ser precedida por un silencio incómodo.
No fue hasta que agudos maullidos interrumpieron en la habitación que el azabache supo lo que estaba sucediendo. La expresión de su novia cambió a una nerviosa, un pequeño ser salió caminando tambaleante de debajo de la cama, era un pequeño gatito de color blanco con apenas un par meses de nacido. (TN) sostuvo al minino contra su pecho como si pudiera ocultarlo de esa manera, aunque era obvio que su secreto había sido desvelado.
—(TN)... —simplemente que pronunciara su nombre así la hizo entender que no le quedaba otra opción, por lo que procedió a confesarse.
Sacó una cajita de zapatos sin tapa y en ella habían tres gatitos más, otro de color blanco, uno gris, y otro bicolor blanco con negro, y una gata que se presumía era la madre. Todos de la misma edad que el que sostenía la muchacha. Fumikage estaba claramente confundido, ¿de dónde sacó esos gatos bebés? La chica colocó al otro felino junto con sus hermanos y se acurrucó entre los otros tres.
La mirada del azabache lo decía todo, quería una explicación, y (TN) así hizo. Resultó que en su camino de regreso al dormitorio se encontró con esa caja con gatos en un callejón por el que pasaba, afortunadamente los pudo oír por sus maullidos, de lo contrario habría pasado totalmente de ellos. Su corazón de pollo la convenció de llevárselos con ella al dormitorio, ya comenzaba a hacer frío, lo que indicaba que al invierno estaba a punto de llegar, y no se atrevía a dejarlos a su suerte. Al terminar su historia, Fumikage se sentó a su lado, le comentó que lo mejor sería entregarlos a algún albergue ya que con todas sus actividades como héroes en entrenamiento no le darían tiempo para cuidar como se debe de los peludos. La muchacha estaba consiente de ello, y aceptó que tenía que entregarlos a alguien más. Sin embargo, en el momento que (TN) iba a tomar la caja, uno de los gatillos salió de ella y escaló con torpeza por el pantalón del azabache; éste lo observó con leve sorpresa, el minino maullaba hasta encontrar un lugar en la mano que posaba Fumikage sobre su pierna para acurrucarse, buscaba un sitio tibio donde echarse. El corazón de su novia se derritió como chocolate bajo el sol, era una vista sumamente adorable, pronto los demás felinos bebés salieron de la caja y también se acercaron al héroe, pareciera que todos quisieran llamar su atención, la madre solamente los observaba echada en la caja.
—Me parece que se los podemos dar a Kōda, es el más indicado para esto —comentó Fumikage acariciando con su dedo índice la cabecita del gatito—. Pero creo que podríamos estar un rato con ellos ante de dárselos.
Los ojos de la muchacha brillaron en emoción, era tan claro como el agua que los pequeños sacaron el lado suave de su novio y también quiso darle por su lado a (TN) y regalarle la oportunidad de pasar unos minutos más con ellos.
Pasaron poco más de cuarenta minutos observándolos, dos de los mininos comenzaron a jugar juntos a morderse y perseguirse al rededor de la habitación, la madre se restregaba en la blusa de la muchacha y el otro gatito solo estaba sentado a un lado de Fumikage observando todo. Era imposible que la escena no les arrebatara una sonrisa a ambos, las veces que podían pasar un rato como éste eran contados con los dedos de una sola mano. Pero a pesar de lo divertido que pudiera ser mirar a animales tan tiernos el momento de entregarlos había llegado. Como era de esperarse, Kōda aceptó con alegría adoptar a los gatos, y por supuesto podrían ir a verlos las veces que quisieran. De camino a la sala de estar (TN) no podía dejar de pensar en la razón que le hizo cambiar de opinión a Fumikage de mandarlos a un albergue a con Kōda, era obvio que los felinos habían conseguido ablandar su corazón en esos pocos minutos, y no quería dejar de verlos para siempre.
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Ya casi vamos a la mitad del Fictobeeeer. Vamooooh.
