¡Pequeñas historias con tus personajes favoritos de distintos animes! (xLectora ♀)
✓500k: 5 de junio, 2020.
✓1M: 14 de abril, 2021.
Los animes y personajes no me pertenecen. Créditos a sus respectivos mangakas/creadores.
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El de cabellos dorados concentró todo su ser en los suaves movimientos de la mano con la que agitaba su varita mágica, tenía la imagen clara en su mente, su objetivo estaba justo delante de él. Solo un par de movimientos y un golpe gentil bastaron para concluir el hechizo. Armin sostuvo su varita con ambas manos con alegría al ver que la transformación había funcionado, finalmente pudo convertir un escarabajo en un botón. Su compañera lo observaba fascinada, la clase de Transformaciones era la más complicada de Hogwarts, al menos para los novatos de primer año como esos dos.
Para (TN), el chico era increíble. Aunque hubiera asignaturas que supusieran un reto difícil, Armin siempre encontraba la manera de entenderlo rápido y solucionarlo, además de inteligente era bastante amable y se ofrecía a ayudarla siempre que la miraba batallar, cosa que ella admiraba mucho en él, pues le tenía bastante paciencia aunque fuera algo lenta para entender complicados hechizos.
—¡Lo lograste! —exclamó contenta la chica a la par que aplaudía sin hacer tanto ruido; a veces se comportaba como si fuese su fan número uno, cosa que provocaba que mariposas revolotearan en el estómago del rubio.
—No lo hubiera podido hacer sin tu ayuda —comentó.
—¿Ah? —ladeó la cabeza en signo de confusión—. Pero yo no he hecho nada...
—¿Qué dices? Sin una tutora tan buena como tú en la pronunciación de los hechizos no lo habría entendido mi error inicial. Se te da realmente bien el lenguaje de la magia.
La joven de Hufflepuff sintió su rostro arder, no estaba acostumbrada a que reconocieran sus habilidades, y que lo hubiera hecho alguien como Armin, con lo tanto que significaba para ella, hizo que su corazón se estremeciera. Apenada se ocultó tras su bufanda amarilla subiéndola un poco hasta que le cubriera la nariz. En ese momento el ojiazul cayó en cuenta de lo que acababa de decir y no pudo evitar ponerse nervioso de igual manera. Apartó su mirada hacia otro lado en el suelo, ambos estaban fluyendo en la corriente de sus sentimientos que hacía sus emociones vibrar. El silencio se instauró en el aula vacía donde practicaban por un corto periodo de tiempo hasta que Armin decidió romperlo.
—¿P-Por qué no lo intentas de nuevo? Ahora ya sé cuál era nuestra equivocación, sé que te saldrá a la primera esta vez —dijo el rubio con una sonrisa amable dibujada en sus labios llamando la atención de la muchacha.
Ella asintió y se paró a unos metros frente al otro escarabajo. Tomó una bocanada de aire y empezó a menear su varita al mismo tiempo que pronunciaba el encantamiento. Todo parecía ir relativamente bien cuando al final de recitar el hechizo las cosas no funcionaron, el insecto pareciera estar a punto de transformarse, pero no se logró la transmutación.
—Ya veo el error —comentó Armin acercándose a ella—. Intenta que el golpe sea un poco más brusco al final, tu movimiento es suave en extremo.
La chica suspiró determinada, con un tutor como él no había manera de que fallara dos veces. O al menos eso creía ella, pues en efecto volvió a errar el conjuro una, dos, hasta tres vez más.
—Permíteme que te ayude.
Inocentemente el ojiazul cubrió la mano de la muchacha con la suya propia, sus brazos se tocaban un poco y su cuerpo estaba a unos centímetros de hacer contacto con la espalda de ella.
—Recita el hechizo a la par que nos movemos —dijo Armin y comenzó a agitar la varita con la mano de (TN).
La chica estaba nerviosa, era claro, aunque parecía que su compañero estaba muy concentrado en que el encanto funcionara pues no de daba cuenta de ello.
—¡Ahí está! No fue tan difícil, ¿cierto? —el rubio volteó a verla y ella miró en dirección al escarabajo, ya no había un insecto ahí, sino un botón verde oscuro.
Después pasó su vista a sus manos, Armin aún la sujetaba. Fue en ese momento que por fin el ojiazul se enteró de la posición en la que estaban. Rápidamente se separó.
—H-Hace frío, ¿no crees? —rió nervioso y se colocó la túnica con decoraciones azul oscuro que indicaban la casa a la que pertenecía. La muchacha solo se limitó a derretirse como chocolate en verano, no literalmente claro está—. ¡H-Hey! ¿Qué tal si ahora practicamos el hechizo para volverlos a su forma original? No podemos dejar a esos pequeños como botones para siempre, ¿cierto?
Ella asintió, aún tímida para pronunciar palabra. Parecía que esta sesión de estudio daría más frutos a parte de los mágicos.
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