¡Pequeñas historias con tus personajes favoritos de distintos animes! (xLectora ♀)
✓500k: 5 de junio, 2020.
✓1M: 14 de abril, 2021.
Los animes y personajes no me pertenecen. Créditos a sus respectivos mangakas/creadores.
🚫 Está PROHIBIDO resubir m...
⁀➷ Nota: varias personas pidieron segunda parte del OS de Loid que hice, cosa que no es posible por obvias razones-, por lo que decidí hacer otro diferente. ¡Disfruten!
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Una chica con amable rostro los recibió al abrir la puerta. La pequeña niña de cabellos rosados miraba expectante a su nueva maestra particular, quería saber qué clase de persona sería desde el momento en el que su padre adoptivo le dijo que debía asistir a asesorías; una profesora estricta seguramente le daría miedo, una docente amable la haría sentir cómoda como a todo el mundo. Para su fortuna le tocó la segunda.
—¡Bienvenidos! Justo estábamos a punto de comenzar la clase. Adelante, linda.
Anya volteó a ver a su padre quien solo le alborotó el cabello y la alentó a dar su mejor esfuerzo.
—Vendré por ti en dos horas —comentó Loid y la pequeña entró vacilante en la dirección que la maestra le había indicado—. Lamento la tardanza.
—No hay problema —respondió con un ligero nerviosismo acompañado de un casi imperceptible sonrojo—. Anya estará muy bien aquí, se lo aseguro.
—Confío en ello. Si sucede algún inconveniente con mi hija no dude en llamarme —sonrió ladino el hombre de cabellos dorados para posteriormente despedirse, no deseaba tomar más de su tiempo, menos cuando la clase estaba a un minuto de comenzar.
La profesora cerró la puerta una vez el padre de familia se retiró. Todo se sentía extraño. Llevaba tan solo unos pocos meses dando asesorías y aún le costaba acostumbrarse a algo tan básico como hablar con los padres de los niños. Esto aumentaba aún más cuando tenía alumnos nuevos, era como recibir una caja sorpresa sin saber si será algo bueno o malo, o más bien, un alumno aplicado o uno que traiga dolores de cabeza.
Su corazón dio un vuelco al volver a pensar en el señor Forger. No era algo profesional evaluar el atractivo de las personas, mucho menos de padres de familia, pero no podo evitar recordar lo bien parecido que era el papá de Anya. Bueno, tal vez no habría problema si sus pensamientos no salían de su cabeza, aunque poco se imaginaba que cierta chiquilla estaba escuchando cada palabra que decía en secreto, y fue entones que el cebero de Anya comenzó a trabajar como si fuera una fábrica, tenía una idea.
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