¡Pequeñas historias con tus personajes favoritos de distintos animes! (xLectora ♀)
✓500k: 5 de junio, 2020.
✓1M: 14 de abril, 2021.
Los animes y personajes no me pertenecen. Créditos a sus respectivos mangakas/creadores.
🚫 Está PROHIBIDO resubir m...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Hacía una noche despejada de verano, no hacía tanto calor como a mediados de la estación, pues dentro de poco llega el otoño a reclamar su turno en la Tierra. Las luciérnagas iban y venían, evitando el contacto con los humanos, pero sin desaparecerse de su vista para adornar el cielo nocturno; las estrellas no se quedaban atrás, aunque estuvieran demasiado lejos daban merecida competencia a esos bichos luminosos, tanta era su belleza que el lugar donde nacían eran el objeto de estudio de cierta chica que miraba intrigada por la mirilla de su telescopio.
—¿Qué tanto miras? —preguntó el joven que estaba tirado en el césped con los ojos cerrados esperando a que la muchacha saciara de una vez por todas su curiosidad.
—Las nebulosas —respondió sin apartar del ojo ocular—. Son preciosas, aunque no pueda verlas como en las imágenes de internet —el azabache guardó silencio por unos instantes antes de replicar.
—No tienen nada de especial —siguió sin abrir los ojos.
—¡¿Cómo puedes decir eso?! Son la cuna de las estrellas, ¡claro que son especiales! —esta vez volteó a verlo, aunque no se encontró con su mirada.
—¿Y? ¿Eso qué?
—Lo dices como si no fuera la gran cosa —la muchacha hizo un leve berrinche a la vez que levantó su ceja.
—De todos modos, ¿cómo te puedes sentir tan interesada en algo que ni siquiera conoces? —cuestionó el joven, esta vez sus ojos oscuros topándose con los de ella.
—Duh, por eso mismo. Porque es algo desconocido que quiero conocer.
Korogane no dijo más, únicamente se limitó a ver el cielo que los cubría con su oscuro manto, veía fijamente un punto en el espacio, era la misma dirección a la que apunaba el telescopio de su amiga. Aunque no llevaban más de medio año de conocerse, su historia juntos era bastante ajetreada. La forma en la que se conocieron no era en absoluto como se esperaría hacer un futuro amigo.
Un día ella estaba de compras en el centro comercial probándose joyería de fantasía que vendían en las tiendas de ropa, al querer volver a colgarse el collar que siempre llevaba consigo desde que su madre se lo dio como el clásico artilugio que se pasa de generación en generación en la familia, notó como no estaba en compartimiento donde lo había guardado dentro de su bolsa. Su sangre se heló en un instante, el collar no tenía valor más allá del sentimental, por lo que, aunque no estuviera perdiendo miles de dólares, habría perdido algo mucho más importante como la historia de sus antepasados que también lo portaron con orgullo. Afortunadamente la joya pareció reaccionar a su preocupación, pues comenzó a brillar cada vez un poco más, revelando su ubicación. Así fue como se dio cuenta que cierto azabache con fachada sospechosa era quien lo tenía. No dudó en llamar a la policía, y él no opuso resistencia, la había subestimado.
