Adrien no se mueve. Está paralizado. Como si el tiempo se parase. Su mirada solo se enfoca en lo que a partir de ahora se trataría de su objetivo: el tomate.
Ese tomate que lo mataría cuando esta noche se acostase, sumido en sus largos y eternos sueños con la querida azabache y de cómo transmite su cálido beso por su mejilla ruborizada.
Adrien se ríe malignamente por sus instintos. Sería gracioso ver cómo el último recuerdo que el pelirrojo tendría sería ese beso que Marinette le ha dado en la mejilla, el cual cierto rubio se moriría por sentir lo mismo que el tomate.
-Bueno, Marinette, en ese caso -dice Nathaniel tomando sus manos, haciendo sonrojar a la azabache- me da igual que tu niñero me escuche. Yo... he venido aquí para decirte y proponerte algo.
Adrien solo observa la situación de brazos cruzados, ardiendo de furia.
-¿Qué... quieres decirme, Nathaniel? -pregunta Marinette, nerviosa.
<<¿Por qué me habrá cogido de las manos? Aunque ahora que me percato... las tiene mojadas... sudadas. ¿Qué le estará pasando?>> piensa Marinette.
-Marinette, mi dulce Marinette, yo... t-te quie-quie-quie-quie-quiero...
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Cap 10: RECHAZO AMOROSO
————————————————————Adrien da un respingo y le suelta las manos a Marinette de las de Nathaniel en un segundo. Marinette se siente paralizada en ese momento por la declaración inesperada del pelirrojo.
¿Quién lo habría adivinado? El más callado y tímido de la clase declarándose a Marinette y ENCIMA delante del mismísimo Adrien, conocido como el niñero celoso y modelo de la azabache.
Nathaniel mira furiosamente al rubio y le quita las manos de Marinette de las suyas para cogerlas él de nuevo.
-¡Ella no te pertenece, tomate! -exclama el rubio de ojos esmeralda, empujándolo mientras la princesita seguía en shock.
-Lo siento pero yo no tomo té -bromea el pelirrojo y se vuelve donde Marinette, acercándola un poco más a él.
-Nath... -murmura Marinette con sus ojos zafiro como platos.
-Marinette... ¿querrías ser mi... novia? -le pregunta con tranquilidad mientras que la de coletas se iba a desmayar en ese momento.
-Nath... yo... -tartamudea Marinette y después de un largo silencio suelta las manos de las de él- lo siento pero... no puedo corresponderte...
Nathaniel la mira estupefacto mientras que Adrien suelta unas risillas. Marinette se gira donde él con rapidez, mirándolo amenazante por sus malos gestos hacia el pelirrojo.
-Si solo estás aquí para molestar, Adrien, ¡vete! -le exclama Marinette, enfurecida.
-Uh... no lo creo, tabla. Me está gustando cómo va la cosa...
-¡ERES DE LO PEOR! -grita Nathaniel de la nada, asustándolos a los dos-. ¡¿CÓMO TE ATREVES A VENIR AQUÍ Y... Y...?!
-Porque soy su niñero, ya lo he explicado antes, bobo... -Se burla Adrien, sonriéndole mientras Marinette suspira, cansada de todo esto.
-¡ADRIEN, PARA YA! -exclama Marinette, desesperada-. ¡¿No ves que le estás haciendo sentir peor?! ¡¿Acaso no tienes empatía?!
-Tampoco intentaba hacerle daño... -dice con sarcasmo, mirando a Nathaniel-. Solo que tiene que admitir que aunque haya sido bueno y amable contigo, tú no tienes porqué corresponderlo por ser así. Así que tiene que olvidarse de ti como sea antes de que vuestra relación se convierta en una más incómoda.
Marinette se queda en silencio, al igual que Nathaniel y Adrien hace lo mismo también. Ellos tres crean un ambiente sereno, a pesar de que todos estuvieran intranquilos dentro de sus cuerpos.
La gente solo los cruza de lado, sorprendidos de lo paralizados que se encuentran en el parque.
-Creo que... debería ir yendo -dice con voz ronca mientras se da la vuelta y se dirige a otra parte, acelerando los pasos hasta salir corriendo. Marinette lo observa correr hasta desaparecer entre la gente, intentando contener sus lágrimas que han estado intentando salir de sus ojos todo este tiempo.
-Eh... -dice Adrien, apoyando su mano en el hombro de la azabache, entristecido. Marinette no se gira y se mantiene de perfil, sin mirarle-. Creo que... te debo una disculpa.
-Oh... ¿en serio? -pregunta con sarcasmo y gira su cabeza, fijando sus ojos llorosos con los suyos, finalmente-. Yo diría que la tendrías que deber a Nathaniel en vez de a mí, ¡¿no te parece?!
Adrien se queda callado y Marinette echa un suspiro de desagrado y abandona el parque con un paso rápido mientras Adrien se queda solo ahí.
<<¡¿Por qué, por qué, por qué, por qué?!>> piensa la de ojos zafiro mientras corre a su casa bajo la lluvia que acaba de empezar a caer hace un minuto.
Marinette entra a casa y cierra la puerta de un portazo y se cae rendida, apoyada de la puerta, para empezar a llorar.
La azabache solo siente cómo su corazón se parte en pedazos, estallando por todo su cuerpo. Ella no entendía el porqué de su inesperado impulso de salir corriendo cuando lo que su niñero realmente merecía era una bofetada en su maldita cara.
Poco a poco va alzando su cara mientras abre sus ojos a la vez cuando se da cuenta de algo. De algo que nunca podría haberse imaginado y que le parecía una de las peores tonterías que se ha imaginado en su vida.
No lo acaba de entender pero... no, de ninguna manera podría ser eso. Sería una locura.
Marinette sacude la cabeza cuando escucha cómo llaman a la puerta. Esta da un salto y la abre cuando se percata del rubio con ojos esmeralda, mojado del aumento de la lluvia después de unas simples gotas.
-Marinette...
-¿Ahora ya no me llamas tabla? -se enfurece Marinette mientras le deja pasar a la panadería y este suspira, arrepentido.
-Marinette... Sé que te debo tantas disculpas que me podría llevar aquí hasta mi próxima vida pero... antes de nada me gustaría aclarar unas... una cosa.
Marinette lo mira frunciendo el ceño y de brazos cruzados, sin decir ni una sola palabra.
-Tú... ¿por qué le has rechazado, Marinette? ¿Acaso hay... alguien más?
-¡¿Qué coñ* estás diciendo?! ¡Tú has sido la razón por la que le he causado daño, estúpi*o! -espeta Marinette y sale corriendo a las escaleras.
<<Sí... definitivamente, estoy... loca por él>>
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Mi inocente Mojigata~
Fanfiction-Ja, ja, ja... ¡¿te contratarán un niñero?! -¡No te burles, Alya! Les dije que era mayor pero... -No te dejan estar sola por lo ocurrido de hace seis meses... lo sé... ¡pero tienen que olvidarlo ya! ¡Tienen que confiar en ti de una vez! -Bueno, no...