Capitulo 27

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Habían salido temprano, tiempo de sobra para poder atravesar el aeropuerto, pasar por seguridad y tomar un café cerca de la terminal, bueno, mejor un descafeinado, aunque iban de un lunes a otro lunes, iban con equipaje ligero, una maleta y otro equipaje de mano.

Valentina escogió los vuelos directos, sin escalas, así pues, tardaron dos horas y treinta minutos, sin contar el tiempo de embarque y desembarque, que si se suma llegaba a más de tres horas. Juliana se llevó el principito en Braille y Valentina, bueno, también se aficionó a una novela de Whitnet G, turbulencias, si bien era la típica historia hetero llena de escenas sexuales, de hombre capullo rico y la protagonista que se le caen las bragas cada vez que le tiene cerquita, pero tenía un gran punto a favor de la protagonista, Gillian, no es la típica que chochea por el chulo buenorro cachas hasta el punto de ser una sin sustancia que se deja pisotear, al contrario de Judith o Anastasia, sabía imponerse y eso le gustaba a Valentina, en cierta forma le recordaba a Juliana cuando la conoció, tan rebelde y obstinada. Dejó escapar un suspiro:

— Qué tiempos aquellos

Musitó, Juliana dejó de pasar los dedos sobre las páginas y ladeó un poco la cabeza al lado donde estaba Valentina:

— ¿Cómo?

Valentina cerró el libro y miró a la vaquera, casi 10 años juntas. Juliana apenas había cambiado, en el sentido de que ahora si tenía el pelo un poco más largo y un poco menos rebelde, salvo las pequeñas cicatrices que tenía de los accidentes, apenas apareció unas arrugas de expresión y por temporadas, casi como le ocurría a Valentina, puede por más o menos estrés, recuperaban un poco la figura y en otras tenían algunos kilitos de más, que tampoco importaba mucho la verdad, con los años Valentina había dejado de preocuparse por esas cosas y Juliana nunca había contado calorías:

— Solo estaba recordando la época en que nos conocimos

— ¿hechas de menos ser la bruja a la que todo el mundo odiaba?

Y la sensación de nostalgia se esfumó. Valentina puso los ojos en blanco y respondió un poco irritada:

— No, añoraba los tiempos en que podíamos follar sin tener que controlar la voz o poder follar en el salón— puso expresión de recelo— ¿te sigo pareciendo atractiva? Es decir ¿crees que sigue habiendo esa chispa sexual del principio?

Juliana cerró el libro y se dispuso a guardarlo, ya había escuchado a esa versión de Valentina y sabía que le quedaba 7 meses y medio un poco largos:

— Se me sigue poniendo dura cada vez que me besas ¿no?

Valentina puso una mueca:

— Cariño, cuando nos conocimos se te ponía dura con solo mirar a una chica cañón con falda

— Valentina— tanteó hasta dar con la mano de Valentina y aferrarla con dulzura— acabé en el hospital por que me dio una reacción alérgica a un lubricante por machacármela viendo fotos sexys tuyas— se encogió de hombros— teniendo internet y un montón de páginas guarras a mano

Valentina curvó la comisura de los labios:

— No, a mano tuviste tu polla

En ese instante escucharon como la señora que estaba sentada delante carraspeó y acto seguido miró a su dirección, en su expresión se podía leer "PERVERTIDAS". Valentina volvió a suspirar y retomó la lectura.

Tras llegar a Jackson Hole había un hombre de traje y corbata esperándolas con un cartel, Valentina había contratado a un chofer para llevarlas a Jackson Lake Lodge, el mismo chofer se encargó de meter el equipaje de las mujeres en el maletero del coche, una ranchera, pero un modelo más moderno, para ser exactos un Tesla Model III color azul marino metálico, así pues, tenía un maletero espacioso. Valentina y Juliana montaron en la parte trasera y esperaron a que el hombre, de mediana edad entrase al vehículo:

Mi diablesa siempre viste de rojo (Juliantina G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora