Capítulo 5

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— Si creyeran eso ninguno amaría pasar tiempo contigo

Trató de consolar Valentina, la vaquera acarició a Valentina con dulzura:

— ¿Cómo lo haces? ¿Cómo haces para seguir adelante sin necesidad de paliar el dolor? — dejó escapar una lágrima— ¿Cómo lo haces para seguir sin sentir esta impotencia que me abruma?

— Juliana— dijo Valentina mientras acariciaba la mejilla de la vaquera para enjuagar las lágrimas que seguían la línea de su pómulo— yo también soy madre y también siento que no hago lo suficiente, aunque se escape de nuestras manos y comprensión, nuestra hija es fuerte y debemos tener fe— Juliana se iba a separar dando un paso atrás, pero Valentina le detuvo pegándose más a la vaquera ya no la miraría a los ojos como antes, pero Valentina nunca dejaría de hacerlo— Me has dicho en más de una ocasión contigo, que siempre me apoye en ti— Juliana arrugó el entrecejo— Sin embargo no siento ese feedback

— Estoy perdida, Valentina— dijo Juliana con voz rota— es como despertar en otra realidad, en el que tengo que aprender a vivir de otra forma diferente a ver con otros sentidos, no sé ni por dónde empezar, encima la salud de nuestra niña— cada vez hablaba más dramática— para colmo mi madre se ha empeñado en renovar mi ropa interior, que lavando mi ropa ha visto que está muy desgastada

Valentina en un principio sintió que el corazón se acongojó en un principio, escuchar a Juliana tan rota, el tema es que eso último lo dijo como una niña pequeña, solo le faltó la pataleta en el suelo mientras ponía morritos. Valentina apretó los labios para contener la risa. Porque vale, daba un poco de rabia que su suegra dijese que tenía a Juliana sin ropa interior, quién creía que era ¿Lizzie?:

— Pero si te encanta tener a tu madre cerca para mimarte

— No es verdad.

Dijo casi con morritos, Valentina dejó escapar una carcajada, ese sonido que no acostumbraba a escuchar últimamente la vaquera, le recordó la primera vez que viajaron, aquella noche en que montaron en el toro mecánico, una de las primeras veces que Valentina comenzó a relajarse y a mostrar poco a poco quien había detrás de la diablesa vestida de rojo. La chica de ojos marrones curvó levemente los labios y alzó la mano para acariciar su mejilla con el reverso de los dedos índice corazón y anular:

— Enséñame verte de otra forma

Valentina no entendió a qué se refería, esa frase se podía interpretar de varias formas:

— ¿Qué?

— Déjame leerte— dijo pasando la yema de sus dedos por la frente de Valentina y fue moviéndolas para quedarse con las formas de su rostro, su nariz, sus pómulos, sus labios— No te haces a la idea de lo que daría por poder perderme en el azul de tu mirada una vez más, o contemplar tu sonrisa, los hoyuelos que se forman en tus mejillas cuando ríes o la arruga que se te forma en la frente cuando sacas tu carácter endiablado— Valentina se dejó llevar por sus sentimientos y abrazó a Juliana, ésta depositó un beso en sus cabellos rubios antes de proseguir hablando— echo de menos mirarte e intentar averiguar qué es lo que pasa por tu cabecita, aunque creyese saber lo que piensas siempre has conseguido sorprenderme— ahora me he dado cuenta lo mucho que me encanta el aroma de tu piel, a coco y el olor de tu cabello a fresa— Valentina comenzó a llorar mientras escondía su rosto en su pecho, hacía mucho tiempo que Juliana no le hablaba con tanta dulzura, ni le había mecido entre sus brazos tanto tiempo, no desde que ocurrió el accidente— y soy consciente de lo injusta que he sido contigo estos últimos meses.

— Juliana

Dijo Valentina a la vez que alzaba la mirada para contemplar a su vaquera de mirada perdida. De cierta forma la rubia se sentía culpable por la ceguera de Juliana, e incluso consideraba que se merecía ese trato, pues antes del accidente quien se llevaba los menosprecios e incluso más cruel, primero por el accidente. Ahora fue Juliana quien enjugó las lágrimas de Valentina:

Mi diablesa siempre viste de rojo (Juliantina G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora