Capitulo 41

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Valentina se encontraba enfrente del espejo, mirando su reflejo y dándose los últimos recortes, quiso ser poética y se puso un vestido rojo, se había dejado crecer su cabello rubio casi como aquella noche que conoció a Juliana y aun así dejó escapar un soplido. Apenas había adelgazado un kilo de todos los que había ganado en su último embarazo. No se veía igual y quisiera o no, le desmoralizaba un poco.

Después de todo un año ¡UN AÑO! habían podido escaparse de viaje solas. Los meses atrás habían sido una locura, de nuevo se habían mudado y ayudado a sus suegros a mudarse. Para sorpresa de Valentina, su suegra no puso trabas ni le puso la cruz nuevamente. Rememorando el día que viajaron a Aspen para enseñarles la primera casa.

Meses atrás...

Juliana se quedó a solas con su madre en una habitación, Lupe no era tonta y aunque se hacía la remolona en el fondo esperaba que Juliana fuese más directa:

— madre, te quiero y me encanta que estés cerca— comenzó a decir nerviosa la vaquera— pero también va siendo hora de que empieces a vivir tu vida y papá sin tener que estar encima de Diego o de mí las veinticuatro por siete, esta casa— dijo señalando las paredes que les rodeaban— no es para mi familia, solo quería que vieras que echabas de menos esto, es un regalo para que papá y tú volváis a vuestro hogar.

Lupe se mantuvo seria mirando fijamente a su hija, Juliana tragó saliva, temiendo que saltara con algún comentario en el que expresaba su sentimiento de rechazo:

— supongo— comenzó a decir la mujer— que este día llegaría, me mudé a los L.A porque mi nieta y tú me necesitabais, pero ahora estás bien

— Eres mi madre, de alguna forma u otra te voy a necesitar, pero a lo largo de mi vida esas necesidades cambian— Juliana se acercó a Lupe y le agarró sus manos— también llegará el día en que tendrás que dejar que seamos nosotros que te cuidemos a ti, a ambos

Lupe sonrío y acarició la mejilla de su hija con cuidado de no descolocar sus gafas de pasta:

— te quiero— Juliana dibujó media sonrisa— pero no quiero esta casa

La sonrisa de Juliana se borró:

— ¿qué?

Lupe se separó y se explicó:

— en el tiempo que hemos vivido en L.A tu padre ha comprado más de esos juguetes de trenecitos— se puso con los brazos en jarras— no cabe en una habitación y quiero al menos dos habitaciones más para cuando Diego, Joss y los niños vengan o cuando vengáis vosotras o solo vuestros hijos, porque mi derecho como abuela quiero seguir ejerciéndolo— Juliana comenzó a reír, Lupe señaló a Juliana en señal de advertencia— y tu mujer ni crea que se ha deshecho de mí, al menos un par de veces al año iremos a visitaros

Juliana volvió a carcajear, de felicidad y de alivio, abrazó a su madre y dijo con dulzura:

— te quiero

Sí, así fue, sin gritos, sin hacerse la víctima y cuando Juliana se lo contó a Valentina la dejó anonadada, justo en la parte del día que podían hablar con tranquilidad, antes de dormir, Valentina estaba abrazada a Juliana e intentando analizar la situación, quizás Lupe no era tan diabólica o...:

— a lo mejor es que tu madre empieza a chochear

Pensó Valentina en voz alta:

— Valentina

Dijo Juliana sorprendida por ese comentario, Valentina se separó para mirar a Juliana:

— no te lo tomes a malas— se explicó Valentina— es que me esperaba otra reacción por parte de tu madre, últimamente se está comportando demasiado encantadora

Mi diablesa siempre viste de rojo (Juliantina G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora