Capitulo 34

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La doctora Humphry tenía la cabeza asomada por la ventana, daba gracias al ser supremo que llevase los hilos del destino por poner su despacho a la parte trasera del edificio y casi resguardado de miradas curiosas. La mano que tenía fuera sostenía un cigarro entre sus dedos, planteaba buscar trabajo en Europa, mientras pensaba "con el historial de esa mujer es capaz de embarazarse en medio año y traer la misma cantidad de mellizos que Apu y Nanjula" "con lo cabezota que es sería capaz de ir en barco hasta Europa solo por una ecografía".

Sí, demasiadas decisiones para la familia Valdés Carvajal, no podían estar viajando constantemente, Valentina para sus revisiones en Seatle y Juliana para sus visitas al Dr. Shepherd, si es que llegaba el día, a este paso nacería el niño o la niña, ese mismo lo sabrían, aunque la posibilidad que nacieran con la herencia genética de Juliana, era precipitado asignar un sexo al su retoño. En realidad, empezaban a considerar que era una decisión precipitada en general.

Así que, mientras la doctora Humphry se mentalizaba que atendería a Valentina, la pareja estaba sentada en la sala de espera, la rubia tenía en sus manos una botella de agua, observando como Catalina y Juliana trataban de calmar tanto a los mellizos como a las gemelas, en un principio iban a viajar solas, pero a los niños les hacía ilusión ver a su hermanito en la barriga de mamá. Porque esa es otra, Valentina estaba pasando por el embarazo con mayores antojos, eso que era un pequeño Valdés y ya estaba demandando más que ninguno de sus hermanos, así que para golpear fuerte la autoestima de Valentina, estaba cogiendo unos kilos, bueno solo un par, mientras que su cuerpo empezaba a coger forma. Las madres y parejas que estaban esperando también, tenían la atención puesta en los cuatro niños, como si nunca hubiesen visto a unos niños parlanchines e hiperactivos y tan diferentes a la vez:

- Mariana en vez de jugar e interactuar con sus hermanos lo único que hacia era intentar corregirlos o reprocharles lo salvajes que eran.

- Mateo y Valeria jugaban a las peleas y Julia corría por el pasillo perseguida por Catalina

Valentina suspiró y le habló a una mujer embarazada que no paraba de chismorrear con el que parecía ser su esposo:

- ¿nunca habéis visto a unos niños jugar?

Ninguno de los dos contestó, pero en su mirada se podía leer el descontento. En momentos como ese entendía las razones por las que Joss y Diego se negaban a vivir en una ciudad, tener hectáreas de campo le beneficiaba a la hora de desgastar las energías de sus hijos. La doctora Humphry se asomó para llamar a la siguiente paciente cuando quedó ojiplatica mirando el panorama. Era ginecóloga estaba acostumbrada a que madres fuesen con sus críos, pero, a decir verdad, máximo iban con dos, no que pareciese haber salido toda una clase de párvulos de "la banda del patio" o "recreo" dependiendo de cómo se conozca en cada país:

— ¿Valdés-Carvajal?

Pregunta mágica para que los niños dejasen de hacer correr a la tía Catalina que estaba perdiendo facultades, para correr hasta el lado de Valentina, pues Catalina ayudó a Juliana para acercarse a la consulta:

— ¿van  a entrar todos?

— No— respondió Catalina— yo me quedo fuera— señaló al resto de la familia— solo ellos

La doctora Humphry tragó saliva y asintió antes de hacerse a un lado para que entrase la tribu Valdés. Julia agarró la mano de Juliana, aún no se le había olvidado que en sus días libres ella era su lazarillo y a pesar de que los cuatro niños eran puros nervios con patas, la actitud de estos cambió cuando cruzaron el umbral de la consulta, también porque se dejaron llevar por su curiosidad y prestaban atención a todo lo que les rodeaban. Una consulta con un escritorio junto a los ventanales, el biombo junto a la camilla y un montón de trastos eléctricos:

Mi diablesa siempre viste de rojo (Juliantina G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora