Capítulo 1

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Solo corre y no te detengas, gritan miles de voces dentro de mi cabeza.

Mis piernas flaqueaban al sentir que perdía la fuerza, iba a una gran velocidad escapando de unos policías que me perseguían. La razón es simple:

Tome prestada su patrulla.

Ahora estaba en un lugar completamente desconocido para mí. Las calles eran solitarias, las paredes tenían grafitis, la basura tirada en el medio de la calle y los fuertes ladridos de los perros son lo único que escucho cada vez más cerca. Este es un barrio de mala muerte.

Detuve mis pasos para dar un respiro y controlar mi corazón que palpitaba rápido, cuando miré hacia atrás los policías venía corriendo, fue tan rápido todo cuando mire que ellos traigan cuatro perros grandes y los soltaron, los perros salieron tras de mí.

Sin duda esto es emocionante, lo más emocionante que he hecho.

Corrí rápido, los perros venían detrás y podía sentir las grandes pisadas y el ladridos de ellos resonaba por todo el lugar, fui tan tonto que no tenía escapatoria, el lugar estaba desolado y no había una salida este era mi fin.

Reclusorio de menores seria mi nuevo hogar desde ahora.

Sentí la mordida de uno de los perros en mi pierna, y fue ahí donde no pude seguir de pie y caí al suelo, los demás perros se unieron y si nadie detiene a estos malditos perros seré su almuerzo.

Una voz muy grave hizo que los perros se detuvieran y se alejaran de mí, no sin antes no olfatearme.

Odiare los perros desde hoy.

—¡Niño estás en graves problemas! —pude escuchar la misma voz grave.

Me elevaron del suelo y sentí como mis manos eran ajustadas a algo frío y grueso, sé exactamente que son, pero como me gusta llamarlas: mis mejores amigas, he perdido la cuenta de cuantas veces me han esposado con esas cosas.

La verdad ya ni siquiera me importa que pasa por mi cabeza, estoy vacío, mis neuronas se durmieron y solo me domina la parte estúpida de mí.

¡Eres un gran asco!

Esa frase me la repito una y otra vez.

Ahora estoy dentro de una patrulla donde seguramente me llegarán a un reclusorio, aunque lo dudo, me lo han repetido tantas veces que ya hasta lo veo como un juego. Son mentirosos.

El auto se detuvo en la posta policial donde rápidamente me bajaron e hicieron que entrará, me sentaron en una silla donde habían más personas sentadas esperando no sé el que, ni siquiera me importa en lo absoluto que este aquí.

Total soy un fracaso para la sociedad, lo único que hago es meterme en problemas y siempre terminan pagando una pequeña multa.

Según mis cálculos, ya han pasado treinta minutos.

¿Según mis cálculos? Todo filosófico me escuche.

Idiota, tienes un reloj enfrente de ti.

Mire como la puerta principal se abría, dos personas entraron furiosas, una señora muy elegante vestía un vestido rojo, unos tacones negros; su cabello por los hombros de color negro y sus ojos marrones, y un señor al igual muy elegante vestía un traje de todo un empresario respetable.

Eran mis padres.

Caminaron ignorándome y empezaron a hablar con la secretaria que estaba atendiendo todos, mire como firmaron algo y guardaron unas hojas dentro de un folder de color azul.

Mi mente seguía en la posibilidad de que me enviaran a un reclusorio, o otra opción es ir a una campo militar. Otra vez.

Un hombre calvo con un traje de color café estaba con la puerta abierta, mis padres saben exactamente que significa, teníamos que entrar y recibiría mi castigo.

Los chicos del College Sprince [Completa/editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora