02 | ¿Qué locura es esta? pt 1

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02 | ¿Qué locura es esta? pt1 

HALLEY

Suspiré al tiempo en que abandonaba aquella tétrica habitación y justo después cerré la puerta a mis espaldas. Di un par de pasos hasta alejarme sendos centímetros de la sala y me apoyé en la pared cerrando mis ojos y maldiciendo en voz baja.

Me había saltado tres clases de terapia con la psicóloga del hospital y mi madre había sido informada de ello. Eso era lo que tenía el karma por no descolgarles el teléfono.

Desde que Halle se interesó por la psicología me di cuenta de lo fascinante que era el mundo mental y lo importante que era acudir a uno de sus profesionales si alguna vez nuestra estabilidad psíquica estaba en riesgo, sin embargo ahora que me encontraba ante uno de los mayores problemas de mi vida, asistir a una terapia me parecía lo más horrendo del mundo.

No quería contarle mis problemas a un extraño. Algo que siempre me había pasado y contra lo que siempre había tenido una vía de escape.

Cuando Mei recibió una llamada del hospital preguntando por su hija, la necesitada de terapia, mi madre se asustó inquiriendo si me había sucedido algo. Sin embargo, la dirección del hospital le explicó que todo andaba correcto conmigo, salvo el hecho de que no había pisado una sala de terapia en ninguna de mis convocatorias con la psicóloga. Así que me había traído esta mañana a la rehabilitación como excusa para asegurarse de que esta vez, su hija visitara a la psicóloga inmediatamente después.

Y así fue.

Habían pasado dos semanas desde que Halle y yo mantuvimos aquella conversación sobre Xander y trece días exactamente desde que comencé a asistir a mis sesiones de rehabilitación. Esperé que mi pie tardase más en recuperarse, pero ya podía andar muchísimo mejor y la mayor parte de heridas y moratones en mi pierna ya habían sanado.

Al menos no iba a tener que necesitar a alguien para avanzar más de cinco pasos.

Eché a andar otra vez bastante despacio, ya que de vez en cuando aún podía notar aquellos calambrazos en mi extremidad lastimada, y en pocos minutos alcancé una máquina expendedora. Introduje varias monedas y fui capaz de alcanzar un sándwich de pavo.

Cuando me deshice del envoltorio y fui a probar bocado escuché un llanto proveniente de mi misma planta, a unas habitaciones de donde me encontraba.

Di la vuelta sobre mis pasos y me encontré con un grupo de personas llorando ante lo que supuse que sería la muerte de algún familiar y de repente en mi mente aparecieron un montón de imágenes borrosas.

¿Era esto lo que Hache había vivido el día de la muerte de su padre? ¿Estaba yo ahora en su posición?

El sándwich había dejado de saberme bien y el estómago se me había revuelto.

Lo lancé a la papelera más cercana y me obligué a abandonar aquel edificio rodeado por la muerte y la desgracia. Aunque detuve de nuevo en la máquina expendedora para comprar un paquete de M&M's. Tenía que comer algo, de lo contrario todos volverían a asustarse de mi pérdida de peso y se pondrían alerta. Algo que quería evitar a toda costa porque quería acabar con las preocupaciones a mi alrededor.

Cuando estuve a punto de abandonar el edificio y me encontraba al borde de los peldaños que daban a la salida, encontré la figura de mi mejor amiga en la distancia. Pocos segundos después la tenía frente a mí, abrazándome y sonriéndome con firmeza.

—Halle, ¿qué haces aquí? No me digas que mi madre te ha mandado a ver si cumplo con los horarios...

—Es que ya te vale, no pensé que te saltarías las sesiones con la terapeuta, cometita, me tienes muy descontenta —me reprendió y yo puse mis ojos en blanco—. Pero no, no estoy aquí por tu madre, Mei no me ha dicho nada, puedes estar tranquila.

Al compás de las estrellas ✔ [#HR2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora