19 | Girando en el vacío

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19| Girando en el vacío

HALLEY:

Me retorcí los dedos mientras suspiraba con pesadumbre. Cuando el semáforo se puso en verde, levanté el pie del embrague y pisé el acelerador como si la vida me fuese en ello.

Llegaba tarde.

Llegaba muy, muy tarde.

Me iban a matar.

Hache probablemente estaría preocupado y Halle de seguro me había llamado unas nueve veces. No quería imaginarme a Xander o a White, que seguro estaban esperándome, el primero subiéndose por las paredes a lo plan hiperactivo y el segundo persiguiéndole e intentando calmarle.

Habían pasado seis días desde mi visita al hospital y se suponía que hoy debía acudir al ensayo con los chicos para participar y enseñar la nueva coreografía, pero Kevin había venido a verme a casa y me había quedado dormida mientras me hablaba de lo imbéciles que habían sido con él los de su equipo de fútbol. Había venido a comer conmigo cuando le noté preocupado por teléfono y le ofrecí venir a desahogarse y, si a eso le sumábamos que había tenido que ir a clase por la mañana y que la medicación me drenaba la energía...

Últimamente las cosas con los compañeros de equipo de Kevin no iban nada bien. No podía dejar atrás a mi amigo y mucho menos la medicación, aunque sí que me hubiera gustado vencer al sueño porque ahora me encontraba en un gran aprieto.

Maldita sea, Halley.

Tomé una curva a una velocidad perfectamente equiparable a la de un piloto de Fórmula 1, que me hizo recordar el grito que dio mi madre cuando tomé una de las primeras rotondas que hice cuando aprobé el examen de conducir, y encontré el aparcamiento de Heaven. Tras inmovilizar el vehículo y salir corriendo, tratando de no forzar demasiado la pierna, fui capaz de alcanzar la entrada del pequeño estudio de Xander.

Halle y Hache, que se encontraban ensayando en el exterior como siempre, se levantaron de inmediato al verme llegar.

—¿Se puede saber dónde estabas? —preguntó mi amiga—. Llegas cincuenta minutos tarde y eso es muy impropio de ti.

Resoplé para levantar un mechón de pelo de mi cara.

—Me he quedado dormida —confesé—. Maldita medicación...

Escuché a Hache reír cerca de mi posición. En parte, el hecho de que se tomara con humor este tipo de situaciones me hacía sentir menos estresada y se lo agradecía.

Mi mejor amiga sonrió con sorna antes de rodearse y volver a dirigirse al lugar que había estado ocupando en el banquito blanco de siempre.

—¿Lo has traído todo? —preguntó el rubio dándome un repaso.

No sabía si había utilizado la pregunta como excusa para ello o verdaderamente era un interrogante inocente, aunque, viniendo de él, la segunda opción no parecía la más acertada.

—Rodillera puesta, encima de la venda —comencé a decir levantando en el aire la parte mencionada—, botella de agua en la bolsa de tela y las pastillas para después de la sesión. Dios mío, parezco una señora mayor.

Suspiré abrumada y él solo emitió una carcajada más fuerte antes de acercarse un poco más y preguntar, con su mano acariciando casualmente mi abdomen:

—¿Sabes algo de...?

Negué con la cabeza.

—No. No sé nada y honestamente no sé cómo de bueno es eso —respondí.

Al compás de las estrellas ✔ [#HR2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora