| Prólogo:

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HALLEY:

Era la tercera vez que despertaba en este infierno.

Mis ojos tardaron en captar las sombras que me rodeaban y, aunque era incapaz de enfocar algo, reconocí a la perfección el lugar en el que me encontraba.

Tosí despacio, sabía que desde el exterior estaban esperando a que me despertase. No quería llamar su atención, había dado demasiados problemas desde que aquel accidente sucedió y no me sentía con ganas de enfrentar a ninguno de ellos.

Todo había pasado tan rápido...

Lo tuve todo: la felicidad que siempre había deseado, un chico increíble que luchaba por hacerme entender que yo merecía la pena, una mejor amiga que decidió quedarse a mi lado pese a ser una persona repudiada por todo el instituto y un amigo que compartía pasión conmigo.

Lo perdí todo.

A todos y cada uno de ellos.

En mi vocabulario ya no existía la palabra felicidad. Hache se había marchado, me daba miedo enfrentar a Halle después de mis actos y Xander había desaparecido tras el accidente.

No tenía ni idea del tiempo que había estado durmiendo. Pero ojalá no haberme despertado nunca para ver cómo el mundo continuaba mientras yo me hundía entre las olas de un océano que amenazaba con engullirme cada vez más adentro.

Me incorporé lentamente y sentí el tacto frío de las manillas de la camilla de hospital contra mis finos y delicados dedos, que estaban agarrotados a causa del tiempo que habían estado sin moverse. Permanecí observándolos con pasividad durante varios segundos que se convirtieron en minutos.

Sentí una lágrima resbalar por mi mejilla mientras observaba aquellos vendajes en mis antebrazos.

Había sobrevivido. Cuando yo lo que quería era no volver a despertarme.

Y lo peor de todo es que no encontraba fuerzas para dar explicaciones, para enfrentar de nuevo al mundo ni para nadar a contracorriente. Esa había sido mi vida desde que comencé a comprender que las personas eran las que infligían el dolor más duro.

Escuché un pitido a mi lado. Provenía de aquella máquina que dictaminaba la evolución de mis constantes vitales.

Mi corazón latía muy despacio cuando en realidad mi interior era toda una montaña rusa de emociones.

No fui consciente de las voces que provenían del exterior hasta que escuché la puerta abrirse.

—Oh, qué alegría que hayas despertado, Halley. —La voz del doctor Ramsey hizo eco en mi cabeza y un dolor horrible me azotó en aquella zona—. Avisaré a tus padres y los dejaré pasar en cuanto te haga una revisión. ¿Te parece bien?

No. Quería que se largara.

Yo debería estar muerta, no postrada en una cama de hospital.

Asentí porque me sentía incapaz de articular palabra.

Escuché llantos de emoción una vez el doctor se marchó y supuse que mis padres y los de Halle no se encontraban muy lejos de mi habitación. Segundos después, aquel hombre de complexión delgada y pequeña apareció de nuevo en mi borroso campo de visión.

—Nos has dado un susto de muerte a todos. Incluso al personal del hospital. Han reforzado la seguridad después de lo que hiciste.

Claro, era una locura que no se esperaban.

Halley Parks nunca cometía locuras, jamás abandonaba su rutina.

Pero aquella Halley Parks que conocía se había esfumado y estaba en paradero desconocido, como Xander, como Hache. El último estaba en España, pero aun así seguía considerándolo un lugar desconocido.

Al compás de las estrellas ✔ [#HR2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora