12 | El perdón de Halle

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12| El perdón de Halle

HALLEY:

Aquella mañana supe que estaba a punto de tambalearse mi mundo un poco más.

En realidad, lo supe desde mi última conversación con Hache, que se fue del teatro ayer a las siete y media para dejarme margen de cierre antes de que Kevin me recogiera.

Habíamos acordado que necesitábamos solucionar el asunto cuanto antes y uno de los pasos era empezar por lo más básico de la pirámide: Halle tenía que enterarse de que el guitarrista de Heaven estaba de regreso.

No sabía exactamente cómo se lo iba a tomar ni tampoco qué era lo que le ocurría conmigo. Llevaba días sin escribirme o llamarme, lo cual me parecía extraño viniendo de ella, sin embargo, yo había estado tan perdida en mis emociones y yendo a las consultas en el hospital que no había podido darle ningún toque.

Además, me sentía mal mintiéndole y sabía que si la llamaba iba a tener que ocultarle el tema del guitarrista, así que supongo que ambas estábamos en paz.

Hache habló con Xander y habíamos quedado en que esta tarde iríamos al apartamento de los chicos para que se reencontraran. Aparentemente, Halle y yo solo íbamos a ver a Xander para hablar de forma más privada acerca del espectáculo, cosa que no era del todo incierta. El tema saldría a colación, pero nuestro tema principal sería el del juicio.

Se suponía que yo no debía contárselo hasta que no hubiésemos subido al piso, pero honestamente no creía que fuera una buena idea y tampoco consideraba que sería capaz de ocultarlo hasta entonces sabiendo que íbamos a compartir el mismo espacio en el coche por un rato.

A ojos de mis padres iba a salir a tomarme un café con Halle en la tarde, ella me recogería en casa dentro de un rato y también me traería de vuelta, con ello liberaríamos al pobre Kevin de tener que estar rompiendo sus planes con sus colegas por mi culpa. No me sentía bien con eso, lo había atado a mí de una forma insana y le apreciaba demasiado como para querer perjudicarle de esa forma.

Suspiré terminando de ponerme una de las zapatillas blancas que siempre habían acompañado a todos mis looks. Cuando me di cuenta eran casi las cuatro, mi mejor amiga iba a llegar en cinco minutos y aún no estaba lista.

—Mierda —mascullé.

Cuando terminé de calzarme, cogí mi bolsa de tela —en la que llevaba, bolis, post-its y libretas para apuntar cada uno de nuestros planes en orden— que se encontraba en la silla de mi mesa de estudio, y bajé las escaleras remisamente.

Últimamente podía hacer más esfuerzo y aunque era verdad que me dolía la pierna a causa de la reducción de medicación, no quería forzarla al bajarlas corriendo, sino que prefería ir poco a poco.

Cuando abrí la puerta vi a mi amiga aparcada en frente de mi casa, teniendo un conflicto interno entre lo que parecía ser tocar el claxon o no.

Llegué hasta la puerta del copiloto y la abrí, saludándola a la par que sentándome.

—Hola —murmuró sin rastro de ilusión en su tono.

—Hola, caramelo de menta.

Pero ni eso sirvió para picarla.

Me preguntaba qué era lo que le sucedía conmigo últimamente.

Halle arrancó y ambas emprendimos el camino hacia el apartamento de los chicos. Xander la había informado previamente del sitio por el que debíamos de entrar y le aconsejó un par de calles en las que poder aparcar para que no fuéramos vistas por nadie ni levantáramos sospechas.

Al compás de las estrellas ✔ [#HR2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora