21 | Despertar

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21| Despertar

HALLEY:

—Esto es muy fuerte —dijo tras la línea. Había parecido más un quejido que una mera enunciación.

—Tú sí que eres fuerte —balbuceé apretujándome contra la almohada.

—Halley Parks nunca se queda dormida. Ya van dos veces en menos de una semana, ¿debería preocuparme? —preguntó.

Yo sabía que preguntaba porque verdaderamente se preocupaba por mí, pero había dormido muy poco y me apetecía rezagarme entre las sábanas y hundirme en mis propios pensamientos sin necesidad de que alguien me instase constantemente a continuar con mi vida como si no hubiera sucedido nada importante que cambiase el curso de los acontecimientos.

—Deberías colgar y dejarme en paz.

—Eres una arisca.

—Pues una pena.

—Halley...

Suspiré, siendo consciente de que mis burdas contestaciones no eran propias de mí ni tampoco algo que mi mejor amiga se mereciera.

—Estoy agotada, Halle, simplemente no puedo dar más de mí —me quejé quedando bocarriba en el colchón y los brazos extendidos—. La charla con Izar me dejó muy tocada y llevo días con un agotamiento mental impresionante, no sé cómo explicarlo. Además, he estado perdida entre tanta documentación y la cabeza me va a estallar después de tanta terminología jurídica.

Era cierto. Con mi madre en casa no podía traer los documentos para que no saltasen las alarmas de que algo iba mal, precauciones que había decidido tomar hasta que fuese capaz de juzgar por mí misma las circunstancias en las que Apolo —mi padre, si es que aún podía llamarlo así—, mi madre y yo nos encontrábamos.

El abogado de Izar contactó conmigo por teléfono y quedamos aquella misma tarde en la que el preso me contó lo sucedido en la biblioteca pública de la ciudad. Me había pasado la tarde llorando entre los brazos del guitarrista congestionado, que había tratado de calmarme sin lograrlo del todo, pero cuando el representante jurídico de mi supuesto padre biológico me llamó fui incapaz de negarle mi asistencia a esa especie de cita espontánea.

Tenía millones de preguntas y quería respuestas, aquel hombre podía dármelas y era alguien de quien podía fiarme sin tener que temer por su estado psicológico.

—Halley, llevamos sin verte tres días. Hache es el único que ha logrado robarte algo de tiempo y porque estaba medio moribundo y se ha ganado tu compasión.

Tenía razón, como la mayoría de las veces, pero algo en mí sintió la necesidad de explicarle el efecto que sus palabras habían causado en mí.

—No me reproches eso cuando sabes perfectamente por qué no he salido de mi casa, por favor —le pedí cerrando los ojos, molesta por la claridad que entraba por la ventana.

Extrañaba la habitación de Hache, últimamente dormía mucho ahí y me había acostumbrado a compartir cama con el guitarrista y a dormir entre sus brazos mientras me cantaba cualquier melodía de las suyas u otras que se le fueran ocurriendo.

Eran noches perfectas.

Era como quería acabar cada una de mis noches, antes de cerrar los ojos.

Lejos de todo y cerca de él. Lo ideal.

—No te lo estoy reprochando, estoy diciendo que yo también quiero verte, maldita.

Un esbozo de sonrisa apareció en mis labios, pero desapareció al cabo de los segundos.

—No sé, Halle, de verdad que estoy reventada. Ahora mismo parece que un camión acaba de pasarme por encima, deberías verme, estoy horrible y la verdad es que...

Al compás de las estrellas ✔ [#HR2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora