32 | Estrellas fugaces

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32| Estrellas fugaces

HALLEY:

—¿Estás segura de que eso es una buena idea? Apolo va a matarme —dijo con seriedad en su voz. Casi podía jurar que se estaba mordiendo las uñas.

Dejé escapar una risita mientras me dejaba caer hacia atrás en el colchón de mi cama. Tuve que apartar un mechón de cabello rizado que me hizo cosquillas en la nariz antes de poder responderle.

—Hache, te dejaste unos calzoncillos, no es como si te hubiera visto desnudo.

La risa estrambótica de Halle desde el lavabo me hizo morderme la lengua para evitar reír más fuerte, a pesar de que me moría de la vergüenza. Ahora mismo debía de tener las mejillas al rojo vivo pero la situación era para mearse de la risa.

—Se ha imaginado lo que ha pasado así que yo diría que sí que me ha visto desnudo. En su imaginación.

—No haberte dejado los calzoncillos —le acusé.

—¡Tú te dejaste las bragas!

—¡Esta es mi casa, si yo me las dejo no pasa nada!

—¿Qué querías que hiciera? Estaban subiendo las escaleras, iban a pillarnos.

Claro que sí, y por eso les pegó una patada, llevándolos lejos del alcance de la vista de Apolo y luego se les olvidó cogerlos porque habíamos tenido demasiada prisa por vestirnos.

Hace unos días habíamos venido a casa para visitar a Hans. Resultó que el director del teatro había cambiado su cita de rehabilitación porque estas últimas semanas habían sido un caos en Sky y no había tenido tiempo para hacer los últimos acuerdos con los bailarines que vendrían a visitarnos la semana que viene, por lo que Hache y yo decidimos esperar hasta que llegasen. Una cosa llevó a la otra y bueno... Casi terminamos siendo una película de escenas indeseables para mis padres.

Las cosas en el teatro marchaban viento en popa. Habíamos actuado dos veces más con la compañía y la gente parecía enamorarse cada vez más del espectáculo. Siempre teníamos peticiones para otro pase y nuestras redes sociales —que llevaban White y Arden, con la cual no había hablado demasiado desde lo que pasó con Kevin—, cada vez eran más famosas. Contábamos con miles de seguidores en apenas unas semanas y yo aún seguía sin poder creérmelo.

Era sorprendente lo mucho que había cambiado nuestra situación económica respecto al teatro en las últimas semanas. Con lo que teníamos ahorrado de nuestros espectáculos y lo de las compañías que querían actuar en el Gran Teatro teníamos dinero para mantenerlo varios años. Y la cosa pintaba bastante bien.

En cuanto a mi compañera de baile... Arden era conocedora del altercado entre Kevin y yo, pero, a pesar de ello, no habíamos hablado demasiado y lo entendía porque debía de ser duro verme después de que Kevin la dejase de aquella forma tan atroz. Había decidido que le daría su espacio y en una ocasión ella se acercó a mí para agradecérmelo y para decirme que sabía que yo no tenía la culpa de nada.

Así que, por el momento, lo dejaría estar. Lo importante era que Arden sanase a su manera y a su tiempo.

—Hache, te he dicho que vengas a cenar, si supiera que Apolo planea algo contra ti no te lo pediría.

Desde que supe lo de Izar era incapaz de llamarle «papá» a Apolo, en parte porque no había asimilado del todo que podía no ser mi padre biológico si la versión de Izar encajaba del todo. Había decidido hacerme una prueba de ADN cuando la policía solucionase el caso de mi madre, sobre el cual aún no tenía novedades. Mike me llamó hacía una semana para contarme algunos detalles, pero me aseguró que todavía estaban ultimando detalles, por lo que no me tocaría hacerme la valiente hasta dentro de unas semanas más.

Al compás de las estrellas ✔ [#HR2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora