LUNA LLENA

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Existen muchas teorías sobre la luna llena, sobre lo que puede causar en las personas, los cambios y toda clase de cosas que llegan a ser extremadamente bizarras. Resultaría bastante estúpido que culpara a la luna de lo que hice hoy, no lo hago, yo fui quien eligió, y ella no tuvo nada que ver en ello.

Lo único real de la luna llena es que alumbraba lo suficiente como para dar una caminata nocturna en el cementerio. Sé que debería ir a casa, pero necesito hablar con alguien, aunque él no pueda responderme.

Nunca había venido aquí de noche, podía pasar un día entero aquí, pero solo desde el amanecer hasta el atardecer, pero nada más. Mientras deambulaba por todas y cada una de las tumbas que abrían el camino pensé en todas veces en las que deseé haber sido yo, o simplemente en haber estado ahí, en que quizá de alguna loca manera pude haberlo evitado.

Dijeron que fue un robo, pero yo no lo creía, no era como que tuviera un inventario de todas y cada una de sus pertenencias, pero su apartamento estaba totalmente intacto, la policía dijo que quizá el ladrón se asustó tanto que olvido cuál era su objetivo y simplemente huyo después de lo ocurrido, pero yo seguí sin creerlo. Lo único que me reconfortaba era el saber que se había defendido, que había luchado por su vida hasta el final, resultaba desafortunado el hecho de que no lo hubiera logrado. Dijeron que todo parecía indicar que trato de llamar a alguien, quizá para pedir ayuda, pero el agresor fue más rápido y disparo al móvil volviéndolo inútil, me costaba creer que un simple ladrón pudiera tomarse tantas molestias, el llevaba un año muerto y yo aún no era capaz de asimilar las circunstancias, quizá nunca lo seria.

Lo que más me enfurecía era saber que yo no estuve ahí, y que mientras el agonizaba yo estaba probándome un maldito vestido para una estúpida cena.

A medida que caminaba adentrándome cada vez más, sentía como un nudo subía por mi garganta y se quedaba estático ahí, listo para asfixiarme. No quería llorar de nuevo, no hoy. Ya había llorado en los brazos de alguien hoy, y aunque no quería admitirlo, y jamás lo haría, al menos no en voz alta, era que los brazos de Scott me habían reconfortado.

Oí un pequeño murmullo, venia del lugar donde Raleigh se encontraba sepultado, guardé silencio para escuchar, pero aquel ruido se había ido, quería pensar que era mi cerebro jugándome una mala pasada, aunque la verdad era que no había bebido lo suficiente como para llegar a eso.

Bastó el hecho de ver su lapida para comenzar a sollozar nuevamente. Sé que ahora me veía como un desastre, mi maquillaje corrido, mi piel bañada en sudor y mi cabello despeinado, todo atribuido al sexo reciente, y ahora debería agregar a ello el hecho de que mis ojos se inflarían como globos y mi nariz se pondría roja a causa del llanto.

―Oh mierda, debes estar harto de mis lloriqueos, yo lo estoy ―dije sorbiendo por la nariz mientras me enjugaba las lágrimas que corrían por mis mejillas

―Hice algo hoy, que creo que de estar aquí lo reprobarías, bueno quizá si estuvieras aquí no me sentiría culpable de haberlo hecho ―solté una risa histérica mientras aun lloraba.

―Lo siento, debería de dejar de decir eso, el si estuvieras; es como si te reprochara el hecho de que estés muerto, y si, aunque es estúpido e injusto si estoy molesta contigo por estarlo, pero estoy más molesta con el maldito canalla que te arrebato tu vida, y lo estoy muchísimo más porque el aún sigue libre, respirando mientras a tu cuerpo lo devoran los gusanos.

Dios, en verdad lo estaba, me llenaba de una rabia incontenible el solo hecho de pensar que el asesino de Raleigh seguía libre caminando por las calles de esta ciudad, y que quizá ya lo había tenido frente a mi sin siquiera saberlo.

UNKNOWN [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora