EPÍLOGO

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POV MACKENNA

Hoy se suponía que fuera un día especial para mí, pero no lo es, hoy me casare con Scott, cuyo propósito en la vida es seducir, es curioso cómo hemos llegado ambos hasta este punto, puesto que ya había dado todo este tema por zanjado. Todas aquellas veces que estuvimos juntos resultaron ser un maldito juego en el cual el trato de usarme de objeto sexual, y en cada reunión solo logramos llegar a un acuerdo en común, misma casa pero dormitorios separados. Al parecer a él tampoco le causaba gracia casarse con una mujer que no sentía ningún indicio de orgasmo al escuchar su voz o ver su apuesto rostro. A mi padre se lo comían los gusanos desde hace una semana, pero el plazo de la boda debía ser cumplido, y aquí estamos, a diez malditos minutos de casarnos.

Nuestra boda se llevará a cabo en el jardín y salón de la casa de mis padres, todo el mundo asistirá al gran evento, y eso solo sirve para agobiarme aún más. Scott se encuentra en la habitación de al lado y yo me encuentro en la mía, mirándome al espejo mientras me dan los toques finales para salir y vender mi alma al diablo, mamá se encuentra parloteando por toda la habitación y ni siquiera la escucho hasta que dice algo que logra ponerme los nervios de punta.

― … Y recuerda, el sexo es fundamental en el matrimonio ― Dijo como si eso fuera algo normal en esta situación. Lo que dijo era estúpido, pero al menos ahora me dirigía la palabra.

― ¿Espera que? ¿Quién dijo que yo tendré sexo con ese idiota de hombros anchos? ― Digo a la defensiva.

 ―Pues ese idiota de hombros anchos como tú le llamas, será tu marido en menos de cinco minutos, y tendrás que darle una buena noche de bodas por haber aceptado el trato de casarse contigo―suelta como si nada.

En verdad estaba tratando de no gritarle, era lo único que le quedaba, debía tratar de ser más paciente con ella.

― Vaya, ¿Por qué no lo dijiste antes?, pude habérsela dado el maldito día en que nos conocimos, el dejo muy en claro que quería hacerlo, puesto que su mirada siempre se enfocaba en mi trasero― dije al borde de un ataque de nervios, estaba a punto de añadir algo más, pero tocaron la puerta.

― Adelante ― dije tratando de relajarme.

― Ya es hora― dice el padre de Scott entrando a la habitación ― Luces hermosa.

― Gracias― Digo desviando la mirada. Mi padre debió ser quien me dijera eso, y no este hombre.

― ¿Nos vamos? ― Pregunta el  Sr. Beckett extendiendo su brazo hacia mi

―Terminemos con esto de una vez ― Digo tomándolo del brazo, con el no tenía que fingir, el sabía la verdad. Su esposa era la única ilusa en toda esta ecuación.

―Eso es― dice mi madre mientras salimos de la habitación.

***

La ceremonia no fue tan larga como lo esperaba, pero si fue bastante tediosa, todas las miradas se enfocaban en nosotros dos, en la joven pareja que se encontraba uniendo sus vidas, pobres ilusos. Llegó el momento más crucial de toda la ceremonia, llego la hora de decir acepto. Ambos lo dijimos mirándonos fijamente, como si nuestras miradas se dijeran una a la otra que esto no era voluntario.

―Puedes besar a la n… ― eso fue lo único que alcanzo a decir el juez cuando Scott estampo sus labios contra los míos, de no haber estado toda esa gente mirándonos lo habría apartado de inmediato, pero creo que ni siquiera entonces hubiera podido, ya que él me tenía bien sujeta de la cintura, así que solo me esforcé por seguir su beso para que nadie pudiera notar que era forzado. Este era nuestro “centésimo” beso en todo este tiempo, y debo admitir que, aunque sea un idiota, besa muy bien. Los aplausos de los invitados me hicieron volver a la realidad y así pude apartar levemente a Scott para poder tomar aire y asimilar que ese beso me había gustado más de lo que me gustaría admitir.

― ¿Lo ves?, no fue tan malo, incluso podría apostar a que lo disfrutaste casi tanto como yo ― susurro con arrogancia junto a mi oído.

No estaba de humor para soportar sus bromas, y tampoco lo estaría al día siguiente, ni al siguiente.

―Vamos ― dije tomándolo de la mano para salir hacia nuestra nueva vida.

***

La velada se pasó en felicitaciones y fotos, hasta que llegó el momento del baile, en donde Scott y yo nos vimos obligados a fingir otra vez.

― Me concede esta pieza “mi lady”? ― Me pregunta en tono burlón extendiendo su mano hacia mí.

― Me encantaría decir que no, pero con tanta gente mirando supongo que no puedo negarme ―Contesté siguiéndole el juego mientras tomaba su mano. A lo que él solo sonrió. Nos acercamos lo suficiente y comenzamos a bailar.

― ¿Te diviertes?, tienes que hacerlo, después de todo es nuestra boda― Dice atrayéndome hacia él.

―Claro, siempre soñé casarme con un desconocido, y las circunstancias son las mejores ― dije en modo sarcástico, a lo cual el soltó una carcajada.

― veras que eso cambiara pronto, ¿qué te parece si iniciamos de cero? ― dijo mirándome fijamente.

De cero, eso es lo que yo iba a hacer aquel día.

―De acuerdo, permíteme presentarme. Soy Mackenna, Mackenna Ferreira, ¿o debería decir Mackenna Beckett? ― pregunté amablemente mientras soltaba una pequeña risita. 

―Encantado de conocerte Mackenna, mi nombre es Scott, Scott Beckett, y si, efectivamente eres la nueva señora Beckett ―Dice mientras nos balanceamos ― ¿Puedo pedirte algo?

―Sí, pero no hagas que me arrepienta—Ya tenía suficiente arrepentimiento en mi sistema.

―De acuerdo, ¿me permitirías hacerte una observación?

―Claro.

―Deberías hacerle caso a tu madre, da consejos muy sabios.

― ¿Ah sí? ¿Cómo cuáles? ― pregunto siguiendo su juego.

―Bueno, sé que soy un idiota, y me alaga que hayas notado que mis hombros son anchos, pero tu madre está en lo cierto, el sexo es fundamental ―Susurra en mi oído, rozando el lóbulo de mi oreja con los labios.

Y con eso me quedó claro que si estábamos en ceros, como la primera vez que nos vimos.

―No puedo creerlo, en serio pensé que por un minuto hablabas con seriedad, pero no, sigues siendo un idiota, y si no fuera porque estamos en nuestra “boda” te daría una fuerte patada en la entrepierna ― digo molesta.

―¿Ah sí? ¿me golpearas? ¿justo aquí? ―dijo mientras me acercaba peligrosamente hacia él, lo cual hizo que su entrepierna rosara con la tela de mi vestido, la cual no hacía mucho por difuminar lo que se sentía al otro lado de la tela.

—Si ― eso sonó más como un jadeo que como una afirmación.

—Ya lo creo, por cierto, me encanta como te queda este vestido, se ciñe perfectamente a tu cuerpo, es una lástima que no pueda quitártelo, al menos no esta noche, y si, no puedo apartar la vista de ti, en especial de tu trasero ―Dijo contra mi cuello, podía sentir su aliento tocando mi piel.

Ya ni siquiera escuchaba la música, para los demás deberíamos parecer la típica pareja que está esperando por mandar la fiesta al demonio para empezar con la verdadera diversión, pero ese no es nuestro caso, nosotros solo somos dos extraños unidos por un trozo de papel.

Me pregunté si no era demasiado tarde para salir corriendo, pero la respuesta era más que obvia, ya era tarde; aunque…

Esto aún no había acabado, no era el fin, sino el nuevo comienzo.

El comienzo de un juego aún mas perverso e intrigante.

UNKNOWN [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora