LUGARES POLVORIENTOS

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POV MACKENNA

Mis pies se movían por su solos, arrastrándose a donde quiera que muy en el fondo sabía que tenía que ir. Había dejado mi auto a unas calles de la galería, seria muy suicida de mi parte conducir en este estado de trance en el que me encontraba.

No se cuentas calles caminé, mi cerebro no volvió a ser consciente hasta que estuve en el ascensor de aquel edificio y pulse el código del piso a que quería ir.

Cuando las puertas del ascensor se abrieron, me encontré frente a todo lo que suprimi durante un año. No me importo romper las cintas que decían no cruzar, pero si empecé a hiperventilar cuando vi la figura que había dibujada en el suelo frente a la puerta principal. Era la silueta de la posición en la que había quedado el cuerpo de Raleigh. Todo estaba exactamente como cuando lo encontraron, todo el desorden, los objetos esparcidos por el suelo, la única diferencia era que ahora el polvo que caía sobre las sábanas que cubrían los muebles de cada habitación, los únicos bienes materiales que mis padres se preocuparon por preservar. La sangre había sido limpiada pero la mancha en donde su cuerpo quedó inerte aún seguía resplandeciente como si todo aquello hubiera sucedido hace tan solo un momento. Había cerrado la puerta tras de mi, así que me dispuse a caminar por todo el lugar.

Había vidrios rotos por doquier, incluso había un agujero hecho por una bala en una de las paredes de la sala. Mis padres sólo hablan mandado a cubrir los muebles, ni siquiera tuvieron el valor de hacerlo ellos mismos, y honestamente, yo tampoco. Nadie se molestó en limpiar, la policía dijo que era mejor que todo se mantuviera intacto, y así permaneció durante todo este tiempo. Hasta hoy, podía ver como mis posadas quedaban marcadas en el piso y como levantaba ligeras partículas de polvo al caminar. El lugar estaba un poco oscuro, los ventanales habían sido cubiertos para evitar las miradas curiosas desde otros edificios.

Me moví lentamente por la estancia, era como si buscara algo, pero no sabía exactamente que. Me pare frente a un cuadro que estaba cubierto con una manta, tire de ella y entonces lo vi, era una réplica exacta de “El grito" bajo el había los vestigios de lo que antes había sido una mesa de cristal, había sido hecha añicos, y por las manchas de sangre lo más  seguro es que lo que la haya destruido fuera un cuerpo impactando contra ella. Sin embargo el cuadro seguía en su lugar. Y entonces por fin pude recordar, nadie lo sabía, ni siquiera nuestros padres, pero Raleigh tenía una habitación del pánico. Cuando éramos niños solía haber un agujero en el clóset que daba a otra pared, al parecer cuando mis padres se mudaron fueron remodeladas la mayoría de las habitaciones, y unos cuantos clósets habían sido reducidos, bueno, básicamente habían puesto un muro, que si se quería podría ser derribado, no lo descubrimos hasta después,  pero nuestros padres nunca se enteraron que cada vez que Raleigh desaparecía era porque estaba ahí dentro, ellos atribuían su ausencia a otro escondite secreto dentro del sótano.

Ese era su refugio en nuestro hogar, me preguntaba si también tendría uno aquí. Eso más tarde lo descubriría; por ahora solo quería ir a ese refugio en el clóset.

Acomodé de nuevo todo como estaba, incluso las cintas amarillas, justo cuando giraba en la esquina del pasillo que daba al ascensor común, choqué con un hombre extraño, me disculpé y seguí adelante sin prestarle la más mínima atención, más tarde me arrepentiría de ello.

***

Volví por mi auto, claro que rodee la galería, no quería encontrarme con ninguno de los hermanos Ferreira, ya había sido suficiente por un día.

Una vez en la carretera, pensé en como era posible que en todo este tiempo lo hubiera olvidado. Bueno, era un lugar en el que no había estado nadie desde que empezamos el secundario, además de cuando Raleigh estaba en algún internado y yo entraba ahí para pensar y beber un trago, o en el peor de los casos fumar un cigarrillo de hierba. Eso último resultaba muy incómodo por el espacio cerrado.

Tan pronto como llegué a casa, subí a su habitación. En ella todo está igual que en su departamento, cubierto por mantas, la única diferencia radicaba es que este cuarto se limpiaba cada cierto tiempo, cerré la puerta con el pestillo y me dediqué a examinarlo todo. En la cama sus sábanas se encontraban un poco corridas por todas aquellas veces que mamá lloró sobre ella hasta quedar dormida, yo no había vuelto a entrar aquí, pensé en hacerlo, pero lo máximo que había llegado a hacer era girar el pomo y cuando empezaba a entrever el interior cerraba la puerta de golpe.

Había quien aconsejaba a mis padres sobre vender todas y cada una de las cosas de Raleigh, sus autos, su apartamento, e incluso sus acciones de la empresa, pero, ni mis padres ni yo estábamos del todo listos para dejarlo ir, con todo lo que ello implicaba.

Entre y abrí su clóset, era relativamente pequeño comparado con el mío, me dirigí a la pared donde se encontraba el mueble donde Raleigh guardaba sus gafas y relojes y quité el cajón falso, en ese espacio había una llave, la tomé y fui hacia donde estaba el espejo en la pared, nadie lo sabía pero, uno de las tantas decoraciones del marco del espejo era falsa, en si todo el espejo no era más que una fachada para ocultar lo que había detrás. Desprendí una de las decoraciones e introduje la llave en el pequeño cerrojo y escuché el pequeño clic que indicaba que la puerta había sido abierta.

Entre y cerré la puerta tras de mi pegando la llave a mi corazón, la ventaja de esto era que la puerta-espejo podía ser cerrada por ambos lados. El espacio aquí era de  unos escasos 10 metros cuadrados, quizá más, quizá menos, no lo sabia y estaba totalmente a oscuras, pero rápido lo solucioné.

En el espacio había varias cosas, no había muebles por supuesto. Solo había un par de pequeñas sillas plegables, mantas y cajas, varias cajas. Su contenido era lo que Raleigh llamaría “cosas para la posteridad”; había historietas, libros, y muchas cosas más, cosas que un Raleigh joven solía usar, incluso había cigarrillos. Fue una caja en particular que logró llamar mi atención, en ella había varias hojas, cuadernillos y sobres. Me detuve a hojear todos h cada uno de ellos, hasta que encontré uno que fue imposible pasar desapercibido.

Había sido escrito hace ya tantos años, pero nunca había sido enviado. Era de cuando Raleigh estaba en uno de sus internados antes de la universidad, estaba sellado pero sin ninguna estampilla, parecía una especie de caja de “a todos los chicos que me enamore", era algo cómico pensar en Raleigh como Lara Jean.

No pude contenerme y abrí la carta, al leer el contenido no pude evitar llorar, era como tenerlo otra vez, era como, como si estuviera vivo y me susurrara cada una de estas palabras en el oído.

Gracias a esta carta el seguía aquí.

UNKNOWN [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora