LA PROPUESTA

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POV SCOTT

—¿Que te hace pensar que esto podría funcionar? —el hombre frente a mi lucía inquieto, mirando por las grandes ventanas hacia afuera de este despacho. Solo podía verle la espalda y la mata de cabello oscuro infestado numerosas canas.

Todo el lugar tenía un aspecto austero, todo era de madera oscura, desde el piso, los muebles, hasta los gosnes de las puertas y ventanas. Había una muy costosa alfombra persa cubriendo el área donde se encontraba el amplio escritorio; y un poco de arte en una de las paredes. La luz del día entraba por la ventana pero el aura de esta habitación justo ahora solo era oscuridad.

—Bueno, es una mujer.

Tan simple como eso, algo tan simple resultaría tan útil.

—¿Esa es tu respuesta? —Se giró sólo para dedicarme una mirada glacial, no hacía falta decir lo mucho que eso me molestaba y lo mucho que él disfrutaba causar ese efecto en mí.

Su mirada denotaba un aire de decepción, nada nuevo. Pero yo tenía un plan, y él tenía que escucharlo.

—Solo piénsalo un momento, la mayoría de los imbeciles en la mesa de aquel edificio son personas decrépitas y arbitrarias, son hombres tradicionales. Es la primera vez en años que la sucesora será una mujer.

A decir verdad, creo que era la primera vez que una mujer estaría al mando; según una muy buena fuente, desde que esa empresa fue fundada, siempre estuvo a cargo un hombre, no importaba si la primogénita era una mujer, el cargo pasaba  su marido, y si estos dos tenían un hijo varón, el cargo pasaba a este, era un sistema arbitrario y misógino, pero, nunca se había presentado un caso como el de ahora, nunca.

—Aún así, no deja de ser una Whittemore, esa silla es su derecho de nacimiento —ese era un buen punto. Pero aún así ya lo tenía cubierto.

—Pero, ambos sabemos que si el concejo no la aprueba, jamás podrá centrarse en la silla de quien lidera el emporio —contrataqué. Y tampoco podrá hacerlo si esta muerta.

—¿Y qué planeas hacer para que eso suceda?— Eso sonó como si me estuviera diciendo estúpido, estúpido, estúpido. Todas y cada  una de sus interrogantes las había cubierto, sabía que lo primero que haría al escucharme sería buscar todas las fallas posibles, algo tan predecible en él.

Lo vi sentarse en su asiento, pero yo no puse ser capaz de sentarme, necesitaba mantenerme firme, y sabia que si me sentaba no sería capaz de levantarme. Y entonces quedaría acorralado.

—Como dije, la mayoría de los involucrados son hombres decrépitos, no será difícil hallar a un par que sean lo bastante misóginos como para creer que poner el emporio en sus manos es una mala idea que les costará millones.

—¿Y qué harás con los que no le importe?—Preguntó reclinándose en su asiento.

—Claro que les importará. La mayoría, si no es que todos, solo les interesa que la empresa lucre lo suficiente para llenarse los bolsillos para poder costear los gastos de sus amantes, solo necesitaremos convencerlos de que tenerla a ella al mando les restará unos cuantos ceros en sus cuentas bancarias. Y si todo eso no es suficiente, un pequeño soborno podría facilitarnos el camino. Son siete hombres en esa mesa, uno de ellos es su padre, nos quedan seis, solo necesitamos convencer a cuatro de ellos y estaremos bien.

El voto de su padre no contaba en lo absoluto, su silla era la que ella ocuparía.

—Veo que tienes todo estrictamente calculado, pero, ¿qué pasa si ninguno de ellos quiere ceder? —esa era una posibilidad que ya me había planteado y para la cual ya tenía solución.

—Todos tenemos secretos, secretos por los que la prensa, y quizá la policía mataría. Solo es cuestión de buscar y desenterrar; y cuando digo todos, me refiero a todos.

—Vaya, después de todo no eres un completo idiota. Aún así, fue muy buena idea eliminar al chico, sino no hubieras podido elaborar este plan, que, resultará menos sospechoso que matarla a ella también.

Su comentario me hace tensar la mandíbula, no podía creer que lo dijera de manera tan desdeñosa, como si no significara nada. Como si su muerte hubiera sido la de un insecto.

—No tendrás que recurrir a ello, padre.

Si, mi padre, él es mi jodido padre. Dicen que entre las familias debe existir confianza, pero entre nosotros solo existe rencor y desde hace poco, también ha empezado a surgir algo un poco más macabro, la traición.

—Veremos. Ahora, quiero que comiences a hacer llamadas y que la próxima vez que te vea, esto ya no sea una idea, sino un hecho.

Esto debe funcionar, de otro modo, los Whittemore comenzarán a caer como moscas, y los Beckett caeremos como buitres sobre todo lo que les queda.

UNKNOWN [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora