LA CITA

28 2 0
                                    

POV MACKENNA

Primer timbre, segundo timbre, estaba apunto de colgar cuando escuché su voz.

—¿A que debo esta grata llamada?—no estaba segura, pero podría jurar que se encontraba sonriendo al otro lado de la línea telefónica.

—Solo llamaba para hacerte una pregunta—Escuché un breve silencio al otro lado, quizá era de sorpresa o confusión.

—¿Una pregunta? Más vale que sea una buena—su tono emanaba pura curiosidad.

—¿Crees que podamos tener esa cita esta noche?—Pregunté mordiéndome el labio inferior.

Lo escuché reír al otro lado de la línea, al principio fue una risa suave pero después se volvió en una más estruendosa.

—Claro, paso por ti a las ocho. Ponte algo lindo—Rodé los ojos al oír lo ultimo, pero no pude evitar esbozar una sonrisa triste.

—No me digas que hacer.

Lo escuché reír nuevamente y colgué el teléfono.

Las siguientes horas se me hicieron eternas, quería que todo terminara de una vez por todas. Me arreglé lo mejor que pude, traté de verme lo más presentable posible. Opte por un vestido sencillo, pero al fin y al cabo lindo.

Me arreglé y traté de quitar esa cara larga. Estuve lista media hora antes de la hora acordada. Tome mi abrigo y mi bolso y me senté a esperarlo en la sala. Mi madre pasó al lado mío sin siquiera mirarme, me dolía su indiferencia, pero no era algo a lo que no podría sobrevivir.

Continúe esperando, moviendo mis pies, escuchando como el tacón repiqueteaba sobre la alfombra. Mis palmas sudaban y mis rodillas temblaban ligeramente.

Me levanté y comencé a caminar nerviosamente por toda la habitación.

—Si sigues haciendo eso lo único que lograrás es cavar un agujero en el piso—Dijo mi padre medio sonriendo mientras entraba a la habitación.

—¿Crees que algún día me perdone? — lo miré con esa misma mirada culpable que tenía a los cinco años después de arruinar un Valentino.

—¿Quién?¿Tu madre? Ya se le pasará, ya sabes como es esto—puso sus manos a ambos lados de mi rostro y me miro fijamente—Ahora escucha, no importa lo que pase esta noche o las siguientes, tu sigues siendo una Whittemore y mientras yo viva me encargaré que la única persona que pueda sentarse en esa silla de presidente en nuestro edificio seas tú.

—Gracias papá

Volví a abrazarlo, me aferré a él hasta que el sonido del timbre nos hizo separarnos.

Era Scott llamando a la puerta.

***

El trayecto fue tranquilo, hubo un par de canciones de fondo y cruzamos una que otra palabra.

Al final, cuando llegamos al restaurante, fue cuando empezamos a hablar. El lugar era bastante lindo y jugoso, era un restaurante francés.

—¿Qué te parece el lugar?

—Es bastante lindo

Ambos nos sonreímos con algo de complicidad. Hablamos durante unos segundos más antes de que el mesero viniera a tomar nuestra orden. Yo pedí algo ligero, ya tenía el estómago lo suficientemente revuelto por esta amarga situación como para volverlo aun peor.

—Quiero su botella de vino más fina, por favor —Dijo Scott amablemente sin siquiera haberse detenido a mirar la cartelera de vinos.

—si señor—contestó el mesero y se fue.

—¿Te encuentras bien? Luces algo distraída—su mirada denotaba curiosidad por saber que era lo que rondaba en mi cabeza justo ahora.

—Solo ha sido un día largo—Metí.

—Si te consuela, te ves bastante bien esta noche —me dijo con suficiencia, le sonreí en respuesta.

El vino llegó tan solo segundos después, el mesero llenó ambas copas y después volvió a dejarnos solos. Tome un pequeño sorbo, este vino era seco.

—Es bastante seco para mi gusto—Dije arrugando la nariz.

Scott se río por lo bajo.

—¿Qué?—no sabía que era lo que le resultaba tan divertido.

—Sonaste como su fuera la primera vez que pruebas el vino tinto, solo eso.

—La verdad es que no, el vino ha estado presente en mi comida desde que cumplí los dieciséis, pero nunca fui muy fan de los vinos secos, prefiero aquellos que son dulces, ya me entiendes—Dije dando otro sorbo al liquido color sangre que había en mi copa.

—Te entiendo, aunque hay de vinos a vinos —el también bebió de su copa para después relamer sus labios.

Nuestra conversación siguió y siguió durante toda la cena, juro que quise decírselo aquí, pero con tanta gente a nuestro alrededor resultó imposible.

A pesar del motivo de esta cita y el dolor, debía admitir que esta había sido una de las mejores citas de mi vida. Scott me había reír mas que un par de veces en toda la noche, la conversación había sido amena, e incluso me atrevía decir que de no ser por lo que sucediera después, hubiera pensado en tener una segunda.

Todo había sido casi perfecto, a excepción de lo que tenía, y debía hacer esta noche.

—¿Podemos ir a otro lugar donde no haya tanta gente mirando?—pregunté cuando la cena hubo terminado.

Y por la reacción y mirada en su rostro, pude sospechar que en su mente se había formado un escenario totalmente opuesto al que en realidad estaba por venir.

Casi sentí lástima por lo que estaba a punto de suceder.

UNKNOWN [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora