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Miró al sol y luego a sus manos, aunque no lo asimilaba, estaba pasando.

Seguía transformado.

La maldición dictaba que hasta que cayera el último pétalo. Cayeron todos. Aun así, jamás pasó por su cabeza que esto fuera un posible resultado, nadie se lo dijo, al menos no específicamente.

No podía ni quería aceptarlo, era injusto, un maldito error, así no era como se suponía debía acabar. Sus sueños, su vida, su futuro... Jungkook.

¿En serio todo terminaría?

Tocó el suelo donde antes yacía la rosa muerta, ni siquiera pudo sostenerla una vez más pues apenas el sol salió, se disipó como polvo dejando solo sus cenizas.

Ya no quedaba nada.

—No...

Lo perdería todo de nuevo.

—No.

Y no había nada que pudiera hacer.

—¡No!

Una sensación áspera brotó desde el fondo de su pecho, fue creciendo, apoderándose de su racionalidad. Su respiración descontrolada a tal punto que jadeaba exasperado, sus pupilas dilatadas y fijas a la nada, sus caninos expuestos presionándose con fuerza entre ellos.

Lucía como lo que era, una bestia.

Rugió clavando sus garras en la alfombra destrozándola con odio, aventó la mesa a una esquina rompiéndola en pedazos, no le importaba el desastre que estaba haciendo.

No le importaba nada.

En ese momento su cabeza estaba poseída por el enojo, así su cuerpo lo expresaba, descargando su ira en todo lo que veía y lastimándose a sí mismo en el proceso. Cuando ya no halló que más romper, cayó sobre sus rodillas rendido, solo así, su adrenalina se estabilizó permitiéndole notar la punzada en sus nudillos.

Un pedazo de cristal de lo que solía ser la campana de vidrio llamó su atención, estaba a unos centímetros de él por lo que no le fue difícil alcanzarlo, miró su reflejo sobre este, pero pronto las lágrimas empañaron su vista, eran imparables, desbordándose de sus ojos a chorros convirtiéndolo en un desastre de sollozos lastimeros y desapacibles.

—Por favor, por favor, dame otra oportunidad, prometo hacerlo bien... —habló al aire—. Seré bueno, en serio... Aunque sea solo un día más. —Se hincó implorando a la nada—. Por favor, solo... solo quiero despedirme de él como humano.

Y nadie le respondió porque solo estaba él en la habitación.

...

—¿Y Tae?

Esa era la quinta vez que Jungkook preguntaba por el estado del príncipe, y esa, al igual que las anteriores, Jimin no podía contestarle, él tampoco sabía.

Taehyung lo había ignorado todas las veces que intentó verlo, la primera cuando fue a informarle que Jungkook ya se encontraba bien y en reposo, la segunda cuando le llevó comida que ni tocó, y la tercera y última cuando fue a avisarle que ya había hablado con los oficiales para dar por concluida la búsqueda.

Ni una sola vez se escuchó algo en respuesta. Lo que sí llegó a escuchar durante el día fue un terrible escándalo, solamente él lo escuchó ya que Jungkook a esas horas dormía, dudaba en comentárselo pues no le costó mucho suponer la razón, la rosa.

Taehyung no lo engañaba, desde que vio su pésima actuación frente a Jungkook, supo que en realidad estaba herido, no le sorprendía, sabía lo cuidadoso que era con esa rosa ahora inexistente, pero no se esperó que a ese nivel le afectaría y como claramente no quería visitas, decidió darle su debido espacio para procesarlo.

Bestia [Taekook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora