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Jungkook estaba despierto temprano esa mañana, veía tranquilamente la nieve caer por la ventana, todo parecía estar en armonía hasta que el fuerte estruendo lo asustó, enseguida salió de su habitación encontrándose con Jimin en el mismo estado de conmoción.

—¿Qué fue eso? —preguntó con temor.

—Todavía no lo sé —contestó el mayor caminando hacia el cuarto de Taehyung, sin embargo, cuando abrió la puerta no lo encontró.

Una alarma sonó en su cerebro, ese sonido se había escuchado demasiado fuerte, lo que significaba que había sido cerca.

Rogó que no fuera lo que él pensaba que era.

—Tenemos que busc-

El menor no necesitó palabras, rápidamente captó y salió corriendo al lugar donde recordó que el sonido se escuchó. Apenas abrió la puerta, a lo lejos pudo ver dos siluetas que fácilmente identificó, su sangre ardió y más rápido corrió.

Jimin como pudo siguió a Jungkook y al igual que él, se sintió desfallecer en el segundo que lo vio.

Ahí estaba Taehyung, sobre la nieve que a este punto ya ni eso parecía por el intenso carmín que la teñía.

El mayor fue quien reaccionó, sabía que cada segundo valía y no podía darse el lujo de detenerse o todo perecería, así que eligió la opción más viable que en ese momento pudo pensar.

—Jungkook, quédate con él —indicó y corrió a la caballeriza, tomó el primer caballo que vio saliendo sin importarle que estaba descalzo y en pijama.

El menor se obligó a salir de su estado de alteración y se colocó a lado de Taehyung, se quitó la camisa y con ella tapó la herida haciendo presión, en segundos la prenda y sus manos se llenaron de un rojo intenso por todos lados.

Tembló sintiendo las cálidas lágrimas resbalar por su piel, negó intentado no perderse en la tristeza otra vez y con cuidado acomodó mejor la cabeza de Taehyung sobre su regazo.

—Tae, escúchame —dijo acariciando con su mano libre la fría mejilla del contrario—. Aquí estoy, todo va a estar bien, solo aguanta, por favor.

Taehyung solo lo vio, o al menos, eso intentó, su mirada lucía perdida, su cuerpo no se movía y su respiración era lenta y pausada, como si le costara.

Jungkook se inclinó quedando más cerca de su rostro, no dejaba de hablarle mientras sus lágrimas se derramaban sobre el suave pelaje que acariciaba.

—No, no cierres los ojos, por favor...

Pero Taehyung ya no lo escuchaba.

Jungkook sintió que su garganta se cerró, lo sacudió y le llamó con todas sus fuerzas, pero Taehyung no respondió. Por el movimiento de su pecho, sabía que aún respiraba, pero no sabía por cuanto tiempo más sería así.

Su llanto se intensificó e imploró por la vida de Taehyung a todo dios, simplemente no lo dejaría irse, no podía.

Los segundos se le hacían horas, la piel le quemaba de la impotencia y del frío que lo cubría. Cuando por fin algo más que silencio escuchó, ni por eso se relajó, ahora venía lo más difícil.

Jimin llegó junto a un señor, por sus cabellos canosos se veía que ya era alguien mayor, se bajó de su caballo y sin vacilar se acercó a la bestia, contrario al chico que traía consigo, este sí que no se quería ni mover del pavor.

El señor examinó en cortos segundos a Taehyung y al ver la magnitud de la herida, miró al tembloroso rubio que detrás de Jimin se escondía.

—Hoseok ayúdame a cargarlo, ustedes también.

Bestia [Taekook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora