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Después de los primeros días que Taehyung y Jungkook comenzaron a pasar tiempo juntos gracias a las clases, la tensión que había en el ambiente fue disminuyendo poco a poco.

En el castillo se escuchaba más el resonar del piano y las voces de los habitantes, la iluminación mejoró dado que las cortinas ya no estaban completamente cerradas, y lo que destacó ante todo, Taehyung se dejaba ver más.

Algo que Jungkook notó desde que puso un pie en el castillo fue que, a pesar de su aspecto sombrío y apagado, el jardín era lo único colorido y arreglado que había, por lo tanto, su belleza resaltaba bastante. Asumió que Jimin era quien lo mantenía así, pero gran fue su sorpresa al descubrir que quien era el mayor responsable era Taehyung.

Realmente las primeras impresiones pueden ser engañosas.

Mientras más tiempo pasaba con el príncipe, más se daba cuenta de que aquella imagen que se hizo de Taehyung fue incorrecta, no era alguien atemorizante, era solamente un chico... uno bastante singular eso sí.

La incomodidad entre ambos había disminuido notoriamente, sin embargo, aún no desaparecía por completo, pues los dos seguían manteniendo esa línea que ninguno se atrevía a cruzar por miedo de molestar al otro, aunque eso solo aumentaba la intriga de querer saber más.

Era hasta divertido observar cómo ambos cuidaban su comportamiento por no querer ofender al contrario, a pesar de eso, tanto Taehyung como Jungkook no negarían el gusto que le tomaron a sus sesiones de estudio.

Era algo nuevo para los dos, en especial para Jungkook quien realmente estaba disfrutando su estadía en aquel misterioso castillo, aunque, ya no sería así por mucho tiempo más. Cuando menos los esperó, ya faltaba una semana para que el mes acabara, ese hecho aparte de sorprenderlo, arruinó su racha de buen humor llenándolo de preocupación.

El tiempo se le fue volando y no pudo conseguir un empleo adecuado, francamente lo intentó al principio, pero terminó olvidándose de ello, puesto que su atención y tiempo estaban dirigidos a la curiosa rutina que se había formado entre él y Taehyung.

Cuando la tarde llegaba y terminada sus tareas, procedía a tener sus esperadas clases con el príncipe y luego en horas que parecían segundos el sol se ocultaba y el día finalizaba.

Le fascinaba lo bien que la pasaba, Taehyung era paciente con él, incluso cuando lo corregía siempre tenía una expresión tranquila, su tono de voz, aunque era grave, lo calmaba, eso causaba que Jungkook se sintiera cómodo de preguntar tantas veces como quería y lo apreciaba. Apreciaba que alguien hiciera eso por él, apreciaba poder aprender, apreciaba todo lo que recibía y le dolía saber que eso pronto terminaría.

Abrazó su almohada cerrando sus ojos con fuerza, no podía conciliar el sueño gracias a la preocupación y presión que se acumulaba en su estómago, pero no podía hacer mucho, sabía que lo mejor era aceptarlo y así fue, Jungkook dio un respiro profundo mentalizándose que aprovecharía al máximo esos últimos días antes de que acabaran.

Esa mañana se levantó más temprano de lo usual pues ni siquiera cerró los ojos en toda la noche, no perdió el tiempo y terminó sus deberes rápido, llegó antes a donde se reunían y se sentó donde siempre lo hacía. Por él mismo comenzó a repasar lo que habían estado haciendo y entre hojeadas se topó con una que le llamó la atención, era una hoja que usaron de práctica hace unos días y Taehyung había escrito su nombre en una esquina por petición de Jungkook al querer saber cómo se veía.

Sonrió al recordar cómo Taehyung accedió tímidamente a su petición. Delineó suavemente la letra escrita por el príncipe con una pluma sin tinta.

"Su letra es tan bonita, como él..."  Pensó imaginándose la cara de elegancia de Taehyung.

Un largo suspiro salió de su boca, dudando de si hacerlo o no, mordió suavemente su labio, se rindió a los pocos segundos ante la tentación, tomó una hoja en blanco y comenzó a intentar trazar las letras que sus ojos veían.

Bestia [Taekook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora