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Los primeros días que Jungkook empezó a trabajar en el castillo, encontró sumamente extraño al príncipe Taehyung. Casi nunca lo veía o hablaba con él, gran parte de esto se debía al comportamiento inusual del de cabello rizado, pues cada que se veían, no perdía el tiempo en esconderse o salir corriendo del lugar.

Jungkook no entendía la razón, y la poca información que tenía del mayor tampoco ayudaba. La única vez que pudo entablar una conversación con él, le pareció alguien intimidante, pero ahora más que eso, le parecía intrigante.

Su voz era grave, la más grave que había escuchado. Era más alto por unos centímetros. Su complexión era delgada. Su rostro... Bueno, eso era algo que aún no conocía bien, puesto que sus cabellos estaban tan largos que lo cubrían casi todo.

Cuando lo miraba, sentía su aura fría, pero también triste y solitaria. De alguna manera, Jungkook siempre terminaba preguntándose por qué Taehyung era así.

Sin embargo, aunque se atreviera a preguntar, Jimin le contó que a Taehyung no le gustaba que lo molestaran, y mucho menos por la noche, cuando iba a la biblioteca y se encerraba dentro. Así que, ¿tenía curiosidad? Sí y mucha, pero no deseaba meterse en problemas y hacer enojar a su Amo, por lo que, simplemente, se guardaba sus pensamientos para él.

En cuanto a su búsqueda de trabajo... Sus intentos hasta ahora habían fallado. Ya comenzaba a estresarse, quería soluciones rápidas, pues había dicho que su estadía en el castillo no sería por mucho, pero por como veía su situación, ya no estaba tan seguro.

Y mientras continuaba mortificándose, limpiaba los muebles en el pasillo. Al mismo tiempo, Jimin lo observaba en silencio, divirtiéndose con sus raras expresiones faciales.

—Jungkook —llamó detrás de él, haciendo que se sobresaltara.

—¿Sí?

—Iré al pueblo a comprar unas cosas. Esta es la lista de lo que tienes que hacer por hoy —dijo, entregándole una nota. Jungkook la tomó dudoso, quería decir algo al respecto, pero Jimin fue más rápido en hablar—. Llegaré noche, así que pórtate bien, asegúrate de que las puertas estén cerradas y no le abras a nadie, ¿entendido? —Jungkook asintió, apretando la nota y forzando una sonrisa—. ¡Bien! ¿Quieres que te traiga algo?

—No es necesario, gracias, Hyung.

—Bueno, te dejo, ve a dormir temprano.

Sin más que decir Jimin tomó una boina y un saco, colocándoselos para salir sonriente del castillo. Jungkook miró la nota y suspiró triste, no supo cómo decirle que no sabía leer. Le avergonzaba ese hecho, pero, desgraciadamente, no tuvo la fortuna de recibir ese tipo de educación.

Pero ese es otro tema.

Ahora Jungkook estaba más preocupado en descifrar lo que decía la nota, pero ¿cómo?, solamente reconocía las letras de su nombre, las demás le parecían simples garabatos.

El tiempo pasaba, convirtiéndose en horas. El pelinegro recurrió a su hábito de pellizcar su mano al sentirse ansioso. Podía sentir la presión contra su nuca, y entre tantos pensamientos que lo invadían, una idea flotó.

"Y si le pido ayuda al señor Taehyung... ¿Se enojará?"

Indeciso, terminó caminando al cuarto del príncipe. Se lo pensó muchas veces antes de tocar, ya que tenía nervios. A pesar de ello, tocó suavemente la madera. No hubo respuesta.

Repitió la acción y nada. Jungkook no sabía qué hacer, no podía entrar como si nada, pero luego pensaba en las tareas y en la posibilidad de que estas mencionaran algo importante, y se inquietaba. Mientras tenía una crisis, una suave melodía llegó a su oído, robando su atención.

Bestia [Taekook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora