V|"Mi cuerpo ha ganado CICATRICES, mi alma HERIDAS y mi corazón ESPINAS, yo solo quiero purgar mi dolor con dulce VENGANZA, caiga quien caiga...."
Verónica Stark tras el abandono fue lanzada al abismo de su propia perdición y de allí nació su deseo...
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La sonata clásica retumbó en la sala de espejos, las viudas estaban reunidas en filas mientras vestían bodies rosa con medias blancas, sus pasos eran perfectos y todas estaban en sincronía, una mujer rubia las observaba detalladamente y en especial a su próxima candidata a blackwidow, su desempeño había sido mayor que cualquiera de las chicas que ha tenido desde un buen tiempo.
Pero su rostro de torció en una mueca de disgusto en cuanto la pelirroja tropezó, rompiendo la fila.
Sabía que era a propósito, y eso lograba enfufecerla, estaba fallando en sus entrenamientos a pesar de las advertencias, debía ponerla en su lugar.
Más no dijo nada, y dejó que terminaran el baile antes de hablar con Shostakov, mientras Natalia analizaba todas sus acciones.
Y supo que las consecuencias serían grandes al ver a su tutor entrar a su habitación.
——Ella ha notado que estas fallando a propósito, debes dejar de hacerlo sino quieres consecuencias
——"No sé de lo que habla——murmura la joven sin inmutarse para el hombre soltar un suspiro
——Me asegurare que aprendas modales, Alianovna
El pelinegro de melena se acerco a la chica quien lo veía de forma inexpresiva, aceptando su destino.
Y lo último que sintió fue una patada en su espalda que la hizo caer de rodillas al suelo.
——Si le pides perdón, me detendré
La pelirroja se quedó muda y en respuesta sólo levantó su cabeza para mirarlo de muerte, con claro desafío.
Más patadas y golpes le siguieron luego de ese, cada uno más fuerte que el otro hasta quedar inconsciente.
Ese tan sólo fue uno de todos los castigos que sufrió en sus manos.
No podía permitir que se acercara a la Stark, por nada del mundo. Así entró en desespero al las puertas cerrarse, comenzando a patearla por no abrirse cuando le disparó al seguro, estaba entrando en pánico
Mientras del otro lado, Verónica al caer alzó las piernas como si pudiera patear el aire para levantarse con el impulso suficiente de devolverle el golpe al hombre.
El sólo gruñó mientras la menor notaba que las puertas eran cerradas, por lo que rápidamente inspeccionó la habitación de reojo, sin poder encontrar a más agentes alrededor.
