V|"Mi cuerpo ha ganado CICATRICES, mi alma HERIDAS y mi corazón ESPINAS, yo solo quiero purgar mi dolor con dulce VENGANZA, caiga quien caiga...."
Verónica Stark tras el abandono fue lanzada al abismo de su propia perdición y de allí nació su deseo...
"Tailandia y Gema del Ego ______________________________
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El viaje había sido un éxito gracias a las atenciones de Natasha, la que lo sé despegó de su lado en ningún momento, trató con los hombres del barco de carga y en el cuarto que les dejaron cuidó a la menor (el cual consistia en un gran contenedor que adaptaron a sus comodidades gracias a Manson), aunque los platillos eran preparados por otros, aún debía aprender a cocinar, pero por Verónica lo lograría.
Había tenido que quedarse despierta ante las pesadillas de la menor, vigilando que sus poderes no salieran disparados con ello, como con cualquier susto o tipo de alteración. No durmió en todos los días de viaje con tal de cuidarla, pero la calma que lograba ver en su mirada y la dulce sonrisa que le regalaba, fueron suficientes para soportar la falta de sueño, podía acariciar su cabello y rostro hasta que se durmiera en sus brazos.
Al llegar la menor se aferró a su mano antes de entrar al templo WAT THAM SUA o mejor conocido como el Templo del Tigre, Natasha acarició el dorso de esta para darle la seguridad que necesitaba y quedo plasmada al los monjes recibir a la Stark como si fuera alguien más de la casa.
Las llevaron a un sector oculto a las afueras de la parte trasera de los amplios patios del Templo donde una Casona las esperaba.
Como siempre Verónica tenía todo planeado desde hoy antes de hacer las cosas, aunque aún le molestara el hecho que este paraíso lo hubiera compartido con Bucky al ser su compañero en su estado de prófugos.
La casa era de madera especial y tallada, una verdadera pieza de arte arquitectónica con ese toque oriental y a la vez rústico, aunque por dentro estaba completamente equipada.
Verónica había calculado cada detalle, un gran grupo de habitaciones separadas entre sí, un laboratorio, una enfermería, un gimnasio e incluso lo que más la emocionó fue el gran piano en el pasillo principal, ya quería oírla tocar, había pasado tanto.
Los monjes les llevaron su almuerzo por lo que no tuvieron que preocuparse por ello y comieron mientras disfrutaban un agradable silencio en sentir la paz que les había sido tan lejana.
Natasha estaba perdida en admirar a la menor disfrutando su platillo y la emoción que tenía de salir a ver a los tigres, le relataba cada detalle de su biología, comportamiento social y como habían fundado el santuario mientras ella estaba maravillada en verla tan animada.
Era un momento tan hermosamente común, le encantaría que cada uno de sus días fueran así, en una vida tranquila y sin preocupaciones mayores, donde pudiera disfrutar la serenidad junto a su amada.
——Tasha——Musita Verónica y en los labios de la pelirroja no tarda en posarse una gran sonrisa ante el apodo
