❝Jeon Jungkook intenta demostrarle a Lee Yehyun lo que es un buen amor, pero jamás espera que su vida comience a correr peligro cuando el mayor narcotraficante, conocido como V, al cual busca desesperadamente, se obsesione con Yehyun.❞
Hermosa porta...
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❝PELEA❞
Taehyung estaba en la oficina de la bodega donde trabajaba junto a Jin. Se encontraba sentado con un vaso con Whisky en su mano, mientras miraba detenidamente a Félix. Este estaba en frente enseñándole el maletín que contenía carpetas con documentos importantes y mucho dinero. Alzó una ceja y volvió su mirada al de cabello rubio, que parecía algo impaciente por el hecho de que su jefe no hablara.
—Vaya, realmente estoy sorprendido de que cumplieras con el trabajo —lleva el vaso a sus labios.
—Pues, debo admitir que no fue fácil —hace una mueca—. Me apuntaron cinco hombres y en ese momento creí que iba a morir...
—Ya, ahorrate los detalles —le resta importancia—. ¿Qué hiciste con Minho?
—Lo maté en frente de ellos. Les dije que yo seré su nuevo jefe, que deben acatar todas mis ordenes en cuanto reciban la mercancía.
—Muy bien. Este imbécil ha estado escondiendo mercancía y robándome dinero —suelta una risa amarga—. Se creen que pueden verme la cara de idiota.
—Pues, ya no volverán a hacerlo —asegura con una sonrisa—. Ya aprendieron la lección.
—Pues, muy bien, Félix —habla sorprendido—. Estás siendo más eficiente de lo que creí. Hasta puedes llegar a ser de mi absoluta confianza y así cobrar muchísimo más dinero.
—¿En serio? —pregunta ilusionado—. ¿Y cuánto...?
Unos toques en la puerta lo interrumpieron, por lo que volteó a ver a Taehyung, el cual movió la cabeza indicándole que abriera la puerta y lo hizo rápidamente. Tuvo que levantar la cabeza al ver a Jin frente a él, ya que este erq más alto. En cuanto sus ojos se encontraron, bajó rápidamente la mirada, ya que siempre que se estaban en el mismo lugar lograba intimidarlo.
Luego de Taehyung, Jin era quien más se encargaba de los negocios al ser su mano derecha, y el que más se ensuciaba las manos sin sentir ni una pizca de compasión. Hasta podía decirse que asusta aún más, al menos a algunas personas que tenían la mala suerte de cruzarse en su camino.
