Capítulo 5

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Tres días después.

Lina.

- Entonces, ¿No estás castigada?.- me preguntó Saori por teléfono.

- No.- Fue lo único que dije para levantarme de la cama y buscar mi computador.

- Eso es admirable, pero ¿Por qué?.- La confusión en su voz era clara.- Hiciste una fiesta a tan solo cuatro días antes del regreso a clases, pusiste un enorme tobogán en medio de tu patio, llenaste la piscina con espuma, tu sala, comedor, cocina y patio trasero estaba repletos de vasos rojos y de adolescentes hormonales ebrios. ¿Cómo es que no estás castigada?

- Mi madre no tiene suficiente tiempo como para castigarme.- Dije con amargura encendiendo mi computador.

Abrí Google y busque “Paracaidismo”
Entre en una de las páginas, y ví que podía hacerlo con alguien profesional, ví los precios y anoté la dirección, trabajan de lunes a viernes así que...

- Veamos el lado bueno.- Habló pero no le estaba prestando atención, porque estaba concentrada en lo del paracaidismo.- Tu madre no te castigo.- Luego de que dijera eso la voz de mi madre se hizo presente.

- ¡Lina! ¡Ven a la sala!.- Me gritó. Solté un gruñido.

- Tu y tú bocota Saori.- me queje.- Tengo que colgar Amanda me llama.

- Ok, cuéntame cómo va todo.- Le respondí con un ajá y dejé las cosas a un lado para bajar a ver qué quería mi amorosa y atenta madre. Notese el sarcasmo.

Baje las escaleras con toda la pereza del mundo, y camine hasta la sala sin ningún interés en saber que demonios quería. Vamos, me gustaba divertirme, y era feliz pero cuando se trataba de mi madre era como si ella se intentará en apagar mis colores y eso era algo que me ponía de mal humor y sin duda no me gustaba. Me apoye en la pared y nuestros ojos chocaron, los suyos eran grises, y los míos verdes.

- ¿Si?.- pregunté, en el instante en el que hable dos hombres entraron a la habitación, eran altos y traían un traje  negro, cada uno traía unos auriculares y se parecían mucho a los hombres de negro.

- Mañana comienzas tu último año.- Me recordó, asentí para que siguiera.- Entonces, ellos son Harold y Mark tus guardaespaldas.- Trague en seco intento procesar lo que ella estaba diciendo.

- ¿Perdón?.- Pregunté confundida y a la vez indignada.

- Como escuchaste son tus guardaespaldas.- Dijo con firmeza.

- ¿Para que necesito guardaespaldas?

- En tus últimos dos años de escuela tuviste faltas, e infracciones, y aunque tus notas sean unas de las mejores, no me gusta tus faltas de comportamiento, y ellos están para cerciorarse de que cumplas las reglas.

¡Esto era el colmo! ¡¿Como carajos se le ocurría?!

- No son mis guardaespaldas, son mis jodidos niñeros.- Me queje.

- Diles como quieras, me canse de que te creas la dueña del mundo, de ahora en adelante cumplirás las reglas y dejaras de ser una adolescente problemática y malcriada.

- ¿Crees que ellos podrán contenerme?.- Le pregunté con inocencia.

- Es lo que intento.- Dijo cruzando sus piernas.

- Cualquier madre después de lo que pasamos.- Se tensó.- Se hubiera acercado, abrazado, ayudado a su hija, pero a ti nunca te importo, solo te enfocas en ti, y si crees que ellos dos van a ser que siga “las reglas” estás muy equivocada, porque a diferencia de ti yo si intento ser feliz.- Le grite, me di la vuelta con la intención de salir pero su voz me detuvo.

El encanto de LinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora