– ¡Joder!.– Me quejé abiertamente al perder por segunda vez en candy crush, ganandome la atención de unos cuantos estudiantes y maestros que pasaban por el vestíbulo. Me encojí en mi puesto tratando de pasar desapercibida, recordando cuando fue la última vez que me sentí de esa manera y una punzada se desplazó por mi pecho desencadenando una sensación que conocía demasiado bien.
Negué con la cabeza y me quedé mirando mi teléfono ignorando los pensamientos que intentaban salir a la luz. Hace media hora que había terminado mi tercera clase, por lo tanto estaba esperando a que mis queridos hombres de negro vinieran por mí. Aún no sabía que quería mi madre, y tenía un mal presentimiento con respecto a dónde me llevarían.
Solté un suspiro cuando ví a uno de mis guardaespaldas (no sé cuál de los dos era) acercándose a mí.
– Señorita Lina.– Me saludó y yo solo pude darle el intento de una sonrisa. Me levanté tomando mis cosas para empezar a caminar hacia la salida siendo seguida por el hombre de negro. Salimos del Elite y entramos al auto, saqué mis audífonos una vez que nos empezamos a mover y la letra de la canción me sacó un sonrisa nostálgica:
Amarte, odiarte, quererte
Estoy atrapada contigo, atrapada contigo, atrapada contigoAtrapada contigo... Esa frase me recordaba tantas cosas, que sin más me quedo mirando por la ventana observando las nubes moverse con lentitud sobre el cielo dejando que mi mente viaje a ese lugar en medio de mis pensamientos, un lugar lleno de recuerdos que hacen que mi corazón se estruje a medida que la canción suena en mi cabeza y mis ojos se llenen de lágrimas al dejar que todas las cosas que tengo guardadas salgan.
“– Sin importar lo que pase Lil, yo siempre estaré aquí, atrapado contigo.”
“– Me importa una mierda que te dé miedo.– Me dijo en tono molesto.– ¡Ve y hazlo!
– Pero...– Me miró con una ceja enarcada.– ¿Y si no les agrado?.– Le pregunté mientras me encojia en el banco.
Su mirada se torno comprensiva y me sonrió con dulzura.
– Si no les agradas, entonces ellos serán unos idiotas.– Me aseguró con una sonrisa.– Ahora anda.– Me ánimo.– ¡Ve y luce ese hermoso cabello rojo!”
Todos hemos tenido a esa persona que nos ha impulsado a ser mejores, que nos ha apoyado cuando nadie más lo a hecho, y nos hace entender que somos la luz más brillante en medio de una oscuridad tan profunda. Algunos nos muestran el camino lejos de ella, enseñándonos a qué siempre hay una salida, mientras que otros simplemente nos demuestran que podemos brillar tanto hasta iluminar toda la oscuridad que nos rodea. Solo nos ayudan a entender que ninguna oscuridad es tan grande cuando tú de verdad quieres brillar.
Solté un suspiro mientras pasaba las manos por mi rostro limpiando el resto de las lágrimas. Me estoy quitando los audífonos cuando el auto se detiene frente a un edificio que conozco muy bien, suelto un quejido y pataleo contra el asiento delantero haciendo que mis dos guardaespaldas me miren con una ceja enarcada juzgandome con la mirada pero no me importa. No quiero estar aquí, es lo último que necesito.
– ¿Qué hacemos aquí?.– Pregunté fastidiada.
– Su madre nos encargó que debíamos traerla aquí.– Habló el que iba conduciendo.
¡Joder! Cerré mis ojos, implorando la paciencia que no tenía, y pidiendo fuerzas, las cuales tampoco tenía. Salí del vehículo y entre al edificio para acabar con esto de una vez por todas, definitivamente mi madre me odiaba. Pasé por el vestíbulo llamando la atención de todos los presentes, la mayoría me observaban sorprendidos, otros con superioridad, e incluso con envidia.
ESTÁS LEYENDO
El encanto de Lina
Teen Fiction**Este es un borrador, contiene errores** Imagínate dos mundos completamente diferentes; uno es radiante, osado, rebosante de luz, alegría y diversión... En cambio el otro es un tanto más distinto; reservado,oscuro, cuidadoso y muy, pero muy, amarga...