Capítulo 28

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¡Feliz día del lector atrasado! 🧡💙

Me acerco a ella con lentitud, ¿Qué demonios hace aquí? Se desaparece una semana sin dar ningún tipo de señales y ahora está frente a una casa que no conoce como si fuera un león vigilando a su presa.

Sospecho que yo soy la presa.

Tiene los brazos cruzados y las facciones de su rostro se endurecen cuando quedo frente a ella, supongo que tampoco sirvo para disimular que me he lamentado como una tonta, genial. Trae puesto un traje blanco de dos piezas, que no solo resalta sus ojos y cabello, sino que le queda bellísimo.

Se come la distancia que nos separa en dos zancadas, toma mi mentón y aunque su agarre es bastante suave, no significa que no sea firme.

—¿Por qué llorabas? — cuestiona indiferente, pero puedo ver como la tiembla el musculo de la mandíbula.

—No pasa nada— contesto ensimismada quitando su mano de mi cara.

Eritza me da una mirada fría antes de abrir la puerta de la camioneta, y sin decirme una sola palabra ya sé perfectamente lo que tengo que hacer. Suelto un suspiro, pero al entrar en el coche unos ojos azul claro me saludan y es inevitable contener mi sonrisa.

—Oh, cara Lina. Sei bellissima, rossa come uno di noi— su italiano aumenta mi sonrisa y no dudo en abrazarlo.

«Oh, querida Lina. Estás preciosa, tan roja como uno de nosotros»

—È un complimento o un'offesa? — «¿Es un cumplido o una ofensa? le pregunto consiguiendo que libere una carcajada. Termina nuestro abrazo y coloca sus manos sobre mis hombros, me mira divertido.

—Questi enorme— «Estás enorme» murmura para sí mismo, pero consigo escucharlo e intenta decir algo más cuando mi tía sube al auto y cierra la puerta con fuerza.

—Marcello lascia che Lina si sieda al suo posto— «Marcello deja que Lina se siente en su lugar» ordena y casi al instante estoy sentada correctamente en medio de ellos.

—Eritza deja de ser tan amargada— le dice Marcello, le doy un repaso y él se da cuenta—¿Extrañabas a tu tío favorito, Rondine? — me guiña un ojo justo cuando Eritza bufa.

—Ese apodo ya pasó de moda, Marcello, sé más original.

—Controla tus celos, hermanita. Pensé que ya habías superado que soy el tío favorito de Lina— la irrita, y comienzan a discutir.

Un extraño sentimiento invade mi corazón, y no sé qué me causa más nostalgia; si verlos discutiendo o que hablen mejor el español que yo. Aclaro mi garganta en un débil intento de parar la discusión, pero me ignoran comenzando a insultarse en alemán.

—Basta, sono come bambini— «Basta, son como unos niños», hablar en italiano remueve una parte de mí que creí dormida, una pieza que tal vez nunca dejé atrás, no realmente.

Ambos se callan y me miran como si los hubiera insultado de la peor manera posible.

—Mi è mancato sentirti parlare in italiano, ma non osare insultarci— «Echaba de menos escucharte hablar italiano, pero no te atrevas a insultarnos», se queja mi tío Marcello.

—¿Qué están haciendo aquí? — cuestiono confundida, ignorando totalmente su "regaño".

Marcello alza una ceja—Mejor dinos porque estabas llorando, Rondine— su mirada se encuentra con la de Eritza y en menos de nada los tengo a los dos viéndome fijamente.

—Eso mismo le he preguntado, ha dicho que no es nada— Eritza vuelve a tomarme del mentón—Mírale esos ojos, parecen dos esmeraldas tristes.

—Sí— confirma mirándome de cerca— ¿Te has peleado con algún noviecito, Lina? — se burla, pero de un momento a otro, su semblante cambia— ¿Te han hecho algo en esa fiesta? — su tono se vuelve gélido y sus ojos se oscurecen, Eritza toma la misma postura que él. Olvidándose por completo de las bromas y las discusiones tontas.

El encanto de LinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora