Capítulo 27 [Parte I]

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Aleck

El constante golpeteo de los dedos de Tamara contra el panel de mi auto altera mis nervios, trae puesto sus audífonos y no sé quién demonios le dijo que mi coche era su jodida batería musical. Me detengo cuando el semáforo cambia a rojo, y mi mente se devuelve a lo sucedido hace unas horas.

"—Gracias, pero no, nos vemos otro día."

Eso me pasa por estúpido, nunca soy bueno, nunca me importa el bienestar de los demás, y justo cuando empiezo a hacerlo me salen con un «Gracias, pero no». Estúpida zanahoria, ¿En serio iba a preferir irse con ese tipejo enano, que conmigo? ¿Yo, que le pregunté amablemente si quería que la llevara a su casa?

Tonta.

—Aleck, el semáforo— dice Tamara sacándome de mis pensamientos.

Piso el acelerador y conduzco más rápido de lo que debería, necesito llegar con urgencia a la casa. Habría llegado en lo que salí del Élite, pero Tamara me obligo a llevarla al centro comercial, según tenía que buscar un paquete, solo que cuando regresó no traía nada con ella y se encontraba molesta. No dijo nada, no pregunté.

—Quisiera llegar a mi casa con vida, por favor— su tono de queja no pasa desapercibido para mí.

—Entonces conduce tú— murmuro sarcástico, sin embargo, reduzco la velocidad. A ver, soy un cabrón la mayor parte del tiempo, pero no lo hago apropósito.

"—No recuerdo haberte preguntado a ti— replico con frialdad, ni ignorando su existencia deja de fastidiarme"

Vale, algunas veces si lo hago apropósito.

Pero está no es una de esas veces, doblo en la esquina y me estaciono enfrente del garaje, Tammy baja con rapidez del coche y no es hasta que la veo cruzar la puerta que me inclino hacia la guantera para sacar las carpetas que Jay me pidió que recogiera. Fui a buscarlas de camino a clases, y aunque quise revisarlas no me dio tiempo.

Las guardo en mi bolso para que mi padre no haga preguntas innecesarias, me bajo del auto y recuerdo la pequeña sonrisa que me dio Lina antes de subirse en el coche del tipejo enano. Cierro la puerta con demasiada fuerza cuando una punzada de enfado me golpea, aprieto mi mandíbula y me obligo a pensar en otra cosa, solo que mi mente se niega a dejar de recordarme el momento.

De solo pensar que ella siga con él, hace que me hierva la sangre, ¿Por qué demonios estaría con alguien que tiene un Audi? Además. ¿Quién carajos tiene un Audi actualmente? Prefiero un Jeep, o una camioneta Range Rover, aunque siendo honesto, tengo las dos.

Atravieso la entrada y lo único que interrumpe el delicioso silencio es la voz de Martín, sin embargo, sigo avanzando hasta las escaleras y las subo con rapidez para no tener la desgracia de encontrarme con mi queridísimo padre. Camino por el pasillo ignorando las fotografías en el trayecto, y una vez entro a mi habitación libero todo el aire que no sabía que estaba conteniendo.

—¿Mal día? — pregunta Jay con una sonrisa burlona mientras se acomoda en mi cama, trae puesta su pijama y no tengo que ser un genio para saber que pasó todo el jodido día en mi cuarto.

—No es tu problema— digo lanzándole mi mochila en la cara—Lo que querías— me dirijo a mi closet quitándome la parte superior del uniforme, y estoy por librarme del pantalón cuando Jay se queja.

—Mierda— volteo a verlo, pero está de espaldas a mí, por lo que no le presto atención, termino de desvestirme cuando jay vuelve a rechistar. — Esto es una puta mierda.

—¿Qué te pasa? — cuestiono fastidiado, tuve demasiada interacción humana hoy como para tener que soportar las estupideces de Jay.

—Esto de investigar a tu noviecita va a estar más complicado de lo que pensé— cada musculo de mi cuerpo se tensa, y antes de ser consciente de lo que hago me acerco a Jay y lo tomo del cuello de su camisa, levantándolo. Las carpetas caen al suelo causando un ruido sordo en la habitación.

El encanto de LinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora