Capítulo 24

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Maratón 2/3💙🥕

Cinco días después.

Termino de guardar los materiales en el bolso de arte que llevo conmigo a todos lados, por dos razones: tiene muchísimo espacio, y es bonito. Lo dejo sobre la cama mientras me observo en el espejo revisando mi atuendo; shorts color beige, blusa de tirantes rosada, zapatos negros, y mi cabello está atado en una coleta alta desordenada, me veo bien. Sin embargo, no es un desajuste en mi ropa lo que llama mi atención: es el extraño aspecto de cansancio que traigo conmigo desde hace cinco días.

Cinco días; ese era el tiempo que había transcurrido desde que Amanda me echó de la casa, esa era la cantidad de días que tenía sin ver a mi hermano, y desde que mi tía Eriza apareció en medio de aquella reunión, para horas después, marcharse de nuevo a Italia.

Aunque no he sabido nada de la última, se podría decir que mi estado de ánimo seguía igual, y mi vida empezaba a ir en una dirección un tanto ¿Estable? A excepción de mi cansancio, claro está. No había ocurrido nada extremadamente divertido o interesante en estos últimos días, nada, absolutamente nada, el aburrimiento empezaba a consumirme.

Lo cuál me frustraba, pasar tanto tiempo en estado de pausa solía no ser beneficioso para mí, o para cualquiera. No podía escaparme del Élite, me resultaba imposible poder salir de ese lugar sin la autorización de mi madre. Porqué sí, a pesar de que ya no vivía con ella, Amanda seguía teniendo el control de elegir a qué hora saldría; si antes de que las clases terminarán: esto solo ocurría cuando requería de mi asistencia en una reunión, porqué al parecer mi presencia ahora resultaba estrictamente necesaria, eso me generaba mucho estrés, y para ser honesta, me incomodaba demasiado tener toda esa atención sobre mí.

Lo sé, es irónico viniendo de una pelirroja que es incapaz de pasar desapercibida, pero es muy diferente cuando esa atención proviene de un montón de ancianos enfurecidos por la inesperada aparición de mi dulce tía... Sacando eso, solía finalizar mi jornada completa en el Élite High.

Sin embargo, había algo interesante—y peligroso— sobre tener que pasar la mayor parte del día en esa fortaleza llamada colegio; mi compañero de asiento. Aquél al que me propuse evitar desde que casi hago eso en el baño de Aaron, digamos que mi plan no estaba resultando muy bien, dado que, como dije anteriormente, es mi compañero de asiento. Pero Aleck solía ignorarme siempre que podía, siendo sincera pasaba totalmente de mí, a excepción de las constantes medias sonrisas que me dedicaba de vez en cuando—las cuales me esforzaba en ignorar— y tratar de no sucumbir ante las ganas de regresarle el gesto o hacer algún comentario irónico para fastidarlo.

No habían vuelto a ocurrir momentos tensos, tampoco habíamos tenido una conversación extensa que pudiera dar un giro inesperado dónde yo quedará apoyada contra una pared y él con toda su eminencia estuviera frente a mí. El único intercambio de palabras que habíamos tenido fue ayer en la tarde, cuando acordamos que hoy sería el día en el que iniciariamos el trabajo de la señorita Miernes, ese en el que ambos debíamos expresar en arte lo que para nosotros era el amor.

Durante este lapso de tiempo me había obligado a apartarme de él por mi propia salud mental, y había bloqueado todo pensamiento que tuviera que ver con él. Pero como podemos ver todo plan tiene sus fallas, ahora tendré que pasar la mayor parte del día con su estúpida compañía mientras hacemos el ridículo trabajo.

Sin embargo, me había prometido ignorar cualquier gesto atractivo de él, solo enfocandome en la investigación y su amargura. Debía alejarme de cualquier tipo de caos que él pudiera ofrecerme.

Porque personalmente, prefiero la calma. Sí, me gusta la calma.

El sonido de mi celular me hace sacudir la cabeza apartando mis ojos del espejo para fijarlos en mi teléfono, mi corazón da un respingo al ver quién me está llamando.

El encanto de LinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora