DOMINIK
A pesar de que llevaba tantos años estando solo, aún lograba afectarme de cualquier manera posible. Hace ya dos años que me había mudado a una residencia debido a que había ingresado a la universidad para estudiar medicina. Era la primera vez después de muchos años que vivía solo, antes solía vivir con mi madre y mi hermano menor Ludwig. Desde hace un par de años mi padre había dejado de ir a la casa debido a su trabajo. Ya que trabaja para el alcalde del estado de Múnich y rara vez regresaba a la casa, la realidad es que nunca le importamos.
Hasta el día de hoy no conocía muy bien Múnich, sin embargo, nací aquí. Para ser honesto, siempre me consideré una persona solitaria. No suelo acompañarme de nadie y tampoco lo necesitaba, mi única meta siempre ha sido terminar la carrera que tanto me ha costado.
"El mundo no está hecho para mí" pensé hace ya algunos ayeres. Después de cinco años de haber vivido tantas cosas, aún seguían rondando mi cabeza de vez en cuando. Mi hermano había sido diagnosticado con una enfermedad pulmonar, tan solo tenía ocho años cuando se la detectaron, su vida como la nuestra había cambiado. En ese entonces no teníamos idea de lo que sucedería, ni tampoco lo difícil que serían los tratamientos, las citas de los hospitales, la cantidad de pastillas que mi hermano tenía que ingerir todos los días a cada hora. El llanto de mi madre a media noche inundaba la habitación donde yo dormía. Lograba escucharla sufrir por su hijo menor. Hubo tantas noches dónde yo también me le uní, una vez que las lágrimas salían eran imposible detenerlas, simplemente no podía dejar de sentirme destruido por ver la vida de mi hermano en riesgo, ¿y yo que podía hacer? nada, más que simplemente llorar en las cuatro paredes de mi habitación en medio de una noche fría que me envolvía el cuerpo.
Al menos mi padre desde una distancia encontró al mejor médico para que atendiera a mi hermano. Tan solo pasaron dos días cuando el médico nos dijo que someterían a mi hermano a una cirugía, al principio fue todo un éxito por decirlo así, pero al poco tiempo volvió a recaer. Esta vez peor que antes, comenzó a tener más secreción nasal, problemas para respirar, de los cuales incrementaban de noche, el dolor que sentía era inmenso que hasta yo podía sentir como me oprimía el pecho. El médico dijo que tenía una infección muy grave, y que debían someterlo a otra cirugía, pero que está era muy arriesgada.
Estuve en la sala de espera en compañía de mi madre, el tiempo pasaba tan lento que sentía como pesaba y recaía en mis hombros. El sonido de las manecillas del reloj era como una cuenta regresiva del final de su vida. A las 11:35 am mi hermano falleció. El tiempo entonces se detuvo, tal vez mi corazón también lo hizo, porque desde aquel día no lo he vuelto a sentir, incluso ya no sé lo que se siente llorar, porque jamás volví a hacerlo después de ese día. Ahora me era incapaz de hallar mi propio lugar en el mundo que me rodeaba, y no podía dejar de sentir aquella masa de aire que me asfixia día tras día, sabía que había perdido una parte de mi tras su muerte y que jamás sería la misma persona de antes.
—Tú deberías haber muerto en vez de él.
Fu lo que mi madre me dijo el día en que mi hermano menor había muerto en aquel hospital.
Lloré demasiado en ese momento que quizás me vacié por completo. Mi madre los siguientes días se aisló. Hasta que una mañana sacó sus maletas y las acomodó en la entrada de la casa.
—Ya eres un adulto, sabrás cuidarte tu solo —comentó a una distancia de donde me encontraba—. No me necesitas, y yo no te necesito.
Aquellas palabras se clavaron en mi pecho, pero me contuve a llorar, porque sabía que eso no haría que mi madre se quedara, sabía que ya había tomado una decisión y no había forma de detenerla.
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La vida que no tuvimos
RomanceDominik es un joven Alemán que ha llevado una vida difícil, un día se ve obligado a hacer algo que le cambiará la vida, pero no sin antes conocer a Haruki, un joven Japonés algo peculiar y curioso que le hará ver el mundo de una perspectiva diferent...