HARUKI
No podía conciliar el sueño debido a los pensamientos que me inundaban la mente. Dentro de pocas horas me iría con Dominik a Berlín. Estaba bastante preocupado a que todo saliera mal o que su padre se enterara de lo que haríamos. ¿Qué pasa si se entera? ¿Qué sería capaz de hacernos? Comenzó a surgirme un miedo que pronto se transformó en terror. Estaba atemorizado de que nuestro plan fallara. Pero si por alguna razón todo salía bien, ¿Qué pasaría después?
La madrugada se convirtió en pensamientos innecesarios, hasta que vi el amanecer. Tenía las maletas ya listas para irme desde el día anterior. Había empacado lo suficiente para no regresar jamás. Me preguntaba qué pasaría con mi madre. Sabía que ella podía ir a visitarme donde quiera que esté, pero mientras tanto, no la vería por un largo tiempo. Me di cuenta que cualquier decisión que tomara, debía arriesgar algo.
Aquella mañana desayuné con mi madre, tal vez sería nuestro último almuerzo, pero intenté no pensar en eso. Aun así, sentí una enorme tristeza por dejarla sola.
—No te preocupes por mí —comentó serena.
—Sabes que no puedo no preocuparme por ti, eres mi madre.
—Haruki, quiero que te vayas tranquilo, yo estaré bien aquí, pero necesito saber que tu estarás bien para que yo no tenga que preocuparme por ti. Claramente te voy a extrañar, eres mi hijo y siempre lo serás.
La miré en silencio. Mi madre me tomó de la mano y la acarició con suavidad.
—No merezco todo esto que haces por mí —dije con lágrimas en los ojos.
—No digas eso.
—Siempre has hecho todo lo mejor para mí desde que era un niño, te has arriesgado tanto por mí que nunca he podido darte las gracias como debería.
—Haruki, haría lo que fuera por ti. Cualquier madre haría lo que fuera por sus hijos sin pedir nada a cambio.
—Lo sé —sonreí con tristeza—. Gracias, mamá.
—Te amo, Haruki. Y de todo corazón, te deseo lo mejor a ti y a Dominik.
* * *
Estaba bastante nervioso, pero al mismo tiempo emocionado. Me había imaginado una vida con Dominik, solo nosotros dos en Berlín. Me despedí de mamá esa misma mañana y me dirigí a la estación.
Dejé la maleta a un lado y tomé asiento en una banca de metal. Eran las 7:15 y Dominik aún no llegaba. El tren salía a las 7:30. Mientras tanto, saqué mi cámara y comencé a tomar algunas fotografías, echaría de menos la estación de tren. Recordé el día donde Dominik y yo habíamos ido a otra ciudad en busca de unos libros. Fue nuestro primer viaje, aunque haya sido tan insignificante e imprevisto.
Miré el reloj de la pared y vi que eran las 7:23. Comenzaba a sudar de los nervios. Miré a todos lados en busca de Dominik, pero no lo veía por ningún lado. Las horas comenzaron a sentirse pesadas y en cámara lenta, mi corazón latía demasiado rápido, y estaba comenzando a temblar de los nervios. Y en seguida, el miedo me inundó por completo.
Pasaron los minutos, hasta que se hicieron las 7:30. Un hombre llamó por última vez para subir al tren, me levanté de la banca y caminé hacia él.
—Disculpa, puede esperar unos minutos más, mi acompañante todavía no llega —comenté con serenidad, aunque mi voz sonó más a suplica.
—Lo siento joven, el tren partirá en máximo, tres minutos —respondió aquel hombre.
Me di la vuelta y regresé a la banca de metal. Aquellos tres minutos pasaron y Dominik aun no estaba aquí. Fue entonces cuando comprendí todo. Me di cuenta que él no vendría a la estación de tren. Y sin más remedio, regresé a casa solo y entre sollozos.
Dominik, nunca llegó.
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La vida que no tuvimos
RomanceDominik es un joven Alemán que ha llevado una vida difícil, un día se ve obligado a hacer algo que le cambiará la vida, pero no sin antes conocer a Haruki, un joven Japonés algo peculiar y curioso que le hará ver el mundo de una perspectiva diferent...