Capítulo 28

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HARUKI

—Haruki —me llamó mamá mientras entraba a mi habitación—. No has comido nada, baja a cenar.

—No quiero —dije desde la cama.

Mamá me miró con los brazos cruzados.

—Sé que estás triste por aquel joven, pero tienes que comer, aunque sea un poco, no quiero que te enfermes.

—No tengo hambre —añadí.

—Haruki, sé que estás pasando por una situación difícil, pero tienes que ser fuerte.

—No puedo, ya no sé qué hacer con todo este dolor.

—¿De verdad lo amas? —preguntó. Me senté en la cama para mirarla.

—Por supuesto.

—Entonces lucha por él —añadió con firmeza.

—De verdad quisiera, pero su papá no lo permitiría.

—Haruki, si debes irte con él a donde sea, hazlo.

—¿Qué dices? —la miré con desconcierto.

—Digo que si la única forma de ser feliz, es estando lejos tú y él, entonces hazlo.

—Pero no tengo dinero.

—De eso no te preocupes, tengo dinero ahorrado, te lo doy si me prometes que serás feliz.

No sabía que responder. Miré a mamá en silencio intentando contemplar sus palabras. ¿Dominik y yo lejos de aquí? Era una decisión difícil para los dos.

—¿En qué piensas? —preguntó.

—Ya es tarde, él ya tomó una decisión.

* * *

Me la pasé llorando toda la tarde pensando en cosas que jamás sucederían. La idea de huir con Dominik a otro lugar era muy prometedora, pero ¿Qué pasaría si su padre nos busca? ¿Qué pasaría si nunca nos encuentra? ¿Podremos algún día vivir juntos?

El teléfono comenzó a sonar varias veces, pero no contesté.

—¡Haruki! —escuché la voz de mamá—. Es para ti, contesta el teléfono.

Me levanté de la cama y descolgué el teléfono, lo llevé a mi oído con miedo de que fuera él.

—¿Hola?

—Haruki —pronunció mi nombre con tanta delicadeza. Quise echarme a llorar cuando volví a escuchar su agradable y armoniosa voz.

—¿Qué quieres? —fue lo primero que solté ante mi enfado.

—Necesito decirte algo.

—Bien, habla rápido que estoy ocupado —dije con dureza.

—¿Estás molesto? —preguntó.

—No, fíjate que estoy brincando de felicidad —solté con ironía.

—Entiendo que estás molesto por mi culpa —comentó con suavidad.

—Mejor dime que quieres, y deja de torturarme de esta manera —añadí de mala gana.

—Te llamaba para decirte qué... —hizo una pausa, logré percibir su respiración acelerada, jaló ligeramente el aire y después continúo—. No puedo vivir sin ti Haruki, siento que mi alma se muere de tan solo no verte, de no escucharte, no puedo imaginarme una vida sin ti a mi lado.

Escuché claramente decirlo.

—¿Qué? —logré decir.

—La boda es mañana y tengo tanto miedo de perderte definitivamente —susurró entre sollozos.

—Entonces no te cases —me apresuré a decir—. Vente conmigo, vayámonos lejos de todo.

—Sabes que no puedo, y menos con mi padre.

—Deja de decir que no puedes, solo tienes que decir que sí.

—¿Y tu mamá? ¿Qué pasará con ella?

—Ella fue la de la idea, dijo que me daría el suficiente dinero para irnos tú y yo.

—¿A dónde iríamos?

—A Berlín —respondí—. Podemos hacer una vida allá, pero por favor, ven conmigo Dominik.

—¿Pero qué dices? —preguntó desconcertado.

—Lo que quiero decir, es que tu y yo nos iremos a Berlín, y viviremos felices nosotros dos como debe de ser. Solo di que sí, por favor —supliqué entre lágrimas.

—Me parece una buena idea —dijo finalmente—. Ahora mismo compraré dos boletos de tren.

—¿De verdad? —pregunté con sorpresa.

—Sí, hablo en serio —añadió con firmeza—. La estación de tren está cerca de la casa. Yo me encargo de eso.

—Bien, te estaré esperando en la estación de tren a las 7 de la mañana —añadí con entusiasmo.

—Ahí te veo.

La vida que no tuvimosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora