Querido Dominik:
Recurro a esta carta porque no hay forma de que pueda comunicarme contigo, tu padre no me permite verte, y aunque lo he intentado muchas veces, no quiere que me acerque a ti. Estoy muy asustado de perderte sin haberte tenido lo suficiente, así que, decidí escribirte lo que jamás he sido capaz de decirte.Todo este tiempo que hemos pasado juntos, nos han dicho que lo nuestro no era amor, pero eso es mentira, lo que tú y yo tenemos, es verdaderamente amor, pero siempre nos han enseñado que amar a un hombre siendo uno, es pecado y delito. Y lo que tú y yo hemos tenido, es el amor más verdadero que haya sentido jamás.
En estos momentos estoy tan aterrado de nunca más verte, así que, necesito decirte lo mucho que te amo. Sí, Dominik, te amo demasiado que no me cabe en el pecho. Te amo desde el primer momento que te vi en aquella mesa mientras te fotografiaba en el jardín de la facultad. Te amo desde el día en que me calentaste las manos con tu aliento porque no dejaba de temblar del frío. Te amo desde que bailamos en aquel show de jazz. Te amo desde aquel beso que te di en tu cumpleaños, y el que tú me diste en aquel callejón. Te amo tanto que la idea de perderte me atemoriza el alma. Tu has sido el único que me ha mantenido con vida todo este tiempo, y no sé que sería de mí sin ti a mi lado.
Bastaría con mirarte a los ojos para que lo supieras. Ojalá pudieras. No harían falta palabras o incluso esta carta. Nos miraríamos y seríamos de nuevo tú y yo como dos niños enamorados. Por eso hace días que estoy sentado fuera del hospital mirando fijamente bajo tu ventana, esperando que tu te asomes por ella y poder verte de nuevo, aunque sea un instante, una última vez.
Para que tu sonrisa vuelva a hacerme creer que todo aquel dolor y odio por el que pasamos, hizo que valiera la pena, que nuestro amor lo significó todo y que lo imposible, es posible si lo intentas demasiado. En estos momentos quisiera estar en casa contigo, sosteniendo tu mano y decirte que te amo solo a ti. Susurrar tu nombre entre tus labios y en una noche fría y austera como esta, acurrucarnos para calentar nuestros cuerpos. Pensaré en ti día y noche mi amado Dominik.
Haruki.
Dominik estaba llorando desconsoladamente en la cama del hospital. Estaba tan débil pero aun así le pidió al profesor que le hiciera un favor, con ayuda de él, lo llevó hacia la ventana, corrió las cortinas y miró hacia abajo, su rostro inmediatamente estalló en una sonrisa. Porque ahí abajo en la calle estaba Haruki devolviéndole la mirada. Aquel joven que le había dicho cuanto lo amaba, lo miraba con lágrimas en los ojos. Y él, con debilidad y en un susurro, le dijo te amo con su aliento empañando el cristal de la ventana. Haruki nunca pudo escuchar aquellas palabras de Dominik, pero no fue necesario, porque lo sintió en lo más profundo de su alma. En ese momento, Dominik alzó el brazo y lo saludó desde arriba. Haruki también levantó el suyo y ambos sonrieron de felicidad.
Esa misma noche, un 5 de junio de 1965, Dominik Kaufmann falleció a los 22 años.
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La vida que no tuvimos
RomanceDominik es un joven Alemán que ha llevado una vida difícil, un día se ve obligado a hacer algo que le cambiará la vida, pero no sin antes conocer a Haruki, un joven Japonés algo peculiar y curioso que le hará ver el mundo de una perspectiva diferent...