DOMINIK
Todos estos días que he pasado con Haruki, no he podido dejar de pensar en aquello que tanto me ha molestado. A veces me encontraba llorando por haber tomado esa decisión. Tenía un pensamiento constantemente inundándome la cabeza que me decía que tenía que terminar aquello que sea que llevamos.
Mi padre me estaba obligando a casarme con alguien que no conozco y que no amo, pero sabía muy dentro de mí que no tenía opción, y no podía permitir lastimarlo de esta manera. Él no se merece algo así.
¿Sabes que es lo peor?, sabía que esto iba a suceder y aun así quise arriesgarme a hacerlo, de todos modos, terminaríamos así, desde un principio no tenía que haberlo iniciado.
Aquella tarde me quedé de ver con Haru. Las manos me sudaban de los nervios. Me giré lentamente para verlo y dejé que me besara. Iba a extrañar tanto sus labios, sus roces, sus toques, todo de él.
—Debemos hablar —logré decir.
—¿Qué sucede?
—¿Sabías que los hurones y los conejos no pueden estar juntos? —comenté sereno.
—No, no lo sabía.
—Los hurones son animales depredadores que no pueden permanecer cerca de los conejos —dije con firmeza. Haru me miró frunciendo el ceño.
—¿Por qué me dices eso? —inquirió—. ¿Eso era lo que me querías decir?
Negué con la cabeza.
—No, verás, yo soy como el hurón y tú el conejo —añadí con dificultad.
—¿Qué quieres decir? —preguntó confuso. Intenté armarme de valor.
—Que tú y yo no podemos estar juntos —solté sin más.
—¿Estás terminándome? —preguntó con desconcierto—. ¿Por qué? ¿Qué hice? ¿Ya no me amas?
—No es eso Haru, pero no lo entenderías.
—Lo entendería si me lo dijeras —se apresuró a decir.
—Perdóname Haru, pero ya no puedo soportarlo.
—¿Qué no puedes soportar?
—Lo nuestro —admití—. Hay tantas cosas que me impiden seguir adelante con esto.
Haruki me miró con tristeza. Deseaba tanto que no llorara, porque si lo hacía, probablemente yo también terminaría llorando.
—Tal vez si nos hubiéramos conocido en otra circunstancia, esto hubiera funcionado —comenté con suavidad.
—Dime tan solo una razón por la que tú y yo no podemos estar juntos —suplicó.
—No hay tiempo.
—¿Cómo que no hay tiempo? —preguntó.
—Tampoco está muy bien visto lo nuestro —añadí, ignorando su pregunta.
—Nadie debe de enterarse, si eso es lo que te molesta y preocupa.
—Haruki, date cuenta, esto nunca podrá funcionar —repliqué.
—Si tú lo desearas, si funcionaría, pero me estás demostrando que no te importo lo suficiente.
—No digas eso.
—Es la verdad, no me demuestras lo contrario.
Lo miré detenidamente a los ojos. Me dolía tanto verlo así, y saber que yo soy la razón por la que él está herido.
—Cuando una flor se marchita, ya no puede volver a florecer —murmuré.
—¡Esto es una locura! —exclamó con enfado.
—Lo siento, pero debes irte.
Haruki me miró con tristeza y con una pizca de enfado.
—¿Algún día podremos regresar? —preguntó—. Cuando tengas tiempo y valor de volver conmigo, ¿Podremos estar juntos de nuevo?
Algún día. Odiaba esas palabras.
—No lo creo.
Comprendí que la magia de aquella tarde de principios de verano, se había desvanecido.
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La vida que no tuvimos
عاطفيةDominik es un joven Alemán que ha llevado una vida difícil, un día se ve obligado a hacer algo que le cambiará la vida, pero no sin antes conocer a Haruki, un joven Japonés algo peculiar y curioso que le hará ver el mundo de una perspectiva diferent...