HARUKI
Llevaba una semana saliendo con Dominik. Aunque no estaba seguro si esa era la palabra correcta, porque en ningún momento alguno de los dos lo mencionó, simplemente nuestra amistad dio un giro totalmente diferente. Todo esto para mí era nuevo. Nunca antes había estado en una situación similar, y menos con un chico.
Aquella noche que le confesé mis sentimientos, nos detuvimos de regreso a casa. Le dije que por favor me dijera que sentía sobre mí, si había alguna posibilidad de que llegara a haber algo entre nosotros, su respuesta me sorprendió hasta el día de hoy.
—¿Haberte besado no te quedó claro? —añadió sonriendo—. ¿O es que debo volverlo hacer?
—Creo que deberías de volverlo a hacer —comenté intentando sonar con seriedad, aunque finalmente terminé riendo.
—Eres malo mintiendo —agregó. Dio unos pasos hacia mí, para después llevar sus manos a mi cuello y con su pulgar acarició mi mejilla—. Intentémoslo.
Desde entonces, Dominik y yo comenzamos a salir en secreto. Aquella palabra comenzaba a odiarla, pero podía soportarla por el simple hecho de estar al lado de él. Así que, nos mantuvimos en secreto por un tiempo, incluso si fuese prohibido, nada nos separaría, ni mucho menos, nada nos permitiría dejarnos de amar.
Cada vez que Dominik estaba cerca o incluso permanecíamos en silencio, era como si ambos nos teletransportáramos a otro lugar. Podría estar con él sin tocarlo, sin besarlo, sin hablar, solo estar juntos los dos y aun así sería la persona más feliz del mundo.
Estábamos acostados en la alfombra de su habitación mientras nuestras manos estaban alzadas en el aire tocándonos con suavidad.
—¿Te puedo besar? —pregunté mirándolo fijamente.
—No tienes que preguntármelo cada vez que quieras hacerlo —comentó—. Hazlo cuando te apetezca.
—¿En serio? —asintió esbozando una sonrisa—. Entonces... ¿Puedo besarte todo lo que quiera?
—Si, no importa —añadió—. Es más, hagámoslo hasta que nos duelan los labios de tanto besarnos.
Sentí las mejillas sonrojarse. Me acerqué lentamente a él, llevando mis manos a su rostro, nos quedamos un momento en silencio tan solo mirándonos el uno al otro.
—De verdad me gustas —confesó.
—Y a mí me gusta gustarte —murmuré—. ¿Crees que esto que estamos haciendo está mal?
Se encogió de hombros mientras negaba.
—Hay tantas cosas malas en el mundo, ¿Qué daño podemos estar haciendo nosotros? —comentó—. Solo nos estamos amando.
Amando.
Me fascinaba como sonaba esa palabra en sus labios.
—Tienes razón —sonreí.
—Y si alguien piensa que está mal —continuó—. Entonces hagamos algo malo.
Asentí sonriendo. Dominik me acercó a él y rozó sus labios con los míos con tanta suavidad y lentitud, que el vello de la nuca se me erizó. Con la punta de su lengua acarició mis labios que se encontraban entre abiertos. Cerré los ojos cuando me besó, fue un beso corto, pero apasionado. Nos mantuvimos cerca el uno al otro por unos segundos, en ningún momento se apartó de mí. Podía sentir su respiración mezclarse con la mía.
—Me gusta cuando me besas —admití en un susurro.
—Y a mí me gusta besarte —añadió, dándome otro beso—. Tienes unos labios muy suaves que llegan a ser adictivos.
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La vida que no tuvimos
RomanceDominik es un joven Alemán que ha llevado una vida difícil, un día se ve obligado a hacer algo que le cambiará la vida, pero no sin antes conocer a Haruki, un joven Japonés algo peculiar y curioso que le hará ver el mundo de una perspectiva diferent...