Capítulo 31

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HARUKI

Me encontraba en mi habitación sin poder dejar de llorar, no sé cuántas horas llevaba así, pero por un momento creí que me vaciaría por completo. No podía evitar pensar en la decisión que tomó Dominik. Me preguntaba tantas cosas torturándome cada vez más.

¿Se habrá casado? ¿Me habrá mentido todo este tiempo?

Por supuesto que sí.

La puerta de mi habitación sonó, dejando ver a mi madre asomarse.

—Haruki, te hablan allá afuera.

—Dile que no quiero hablar con él.

—No es Dominik, es un señor llamado Heinrich —comentó.

Alcé la vista para mirarla. Me levanté de la cama y salí de mi habitación para encontrarme con el profesor Heinrich que estaba sentado en la sala.

—¿Profesor Heinrich? ¿Qué lo trae por aquí? —inquirí con desconcierto.

—Vine porque necesito hablarte sobre Dominik.

—Me disculpará, pero no quiero hablar de él.

—Es urgente

—¿Dominik lo mandó? —pregunté—. Porque si es así, dígale que no quiero verlo nunca en mi vida.

—No vine por eso —añadió sereno, lo vi sacar un pedazo de papel que me extendió. Tomé aquel pedazo de papel arrugado mientras lo desdoblaba, entonces me di cuenta de lo que se trataba. Eran los dos boletos de tren para Berlín—. Dominik iba a irse contigo, él mismo me lo dijo.

—¿Qué dice? —pregunté algo confundido—. ¿Por qué usted tiene los boletos de tren?

—Haruki —pronunció mi nombre con delicadeza—. Dominik fue a encontrarse contigo a la estación de tren, pero a unas pocas cuadras de llegar, un auto estampó con el suyo y sufrió graves heridas.

Sentí un golpe directamente al corazón logrando sentir mi cuerpo liviano.

—¿Qué? —mi voz salió como un hilo. No era capaz de formar una oración, ni mucho menos hablar. Mi respiración comenzó a acelerarse, sentí como me estaba faltando el aire—. ¿Pero él está bien?

—Está muy grave —confesó.

—Necesito ir a verlo, por favor lléveme con él —le supliqué.

Salimos de la casa y nos dirigimos al hospital de la ciudad. En todo el camino no podía dejar de pensar en todo lo que hemos vivido. Dominik si iba a irse conmigo, eso quiere decir que realmente me ama y que nunca me mintió. Entonces un montón de pensamientos intrusivos pasaron por mi cabeza. ¿Qué pasa si le pasa algo? ¿Qué pasa si su padre nos separa definitivamente? Intenté relajarme y no pensar en absolutamente nada.

Una vez que llegamos, me encontré con el padre de Dominik.

—¡Lárgate de aquí! —espetó su padre en cuanto me vio.

—No puedo, necesito ver a Dominik —dije, armándome de valor.

—¿Cómo te atreves a venir así? Todo esto es tu culpa —soltó con dureza—. Tú lo llenaste de esas cosas enfermizas y perversidades, si no hubiera sido por ti, mi hijo ahora estaría bien.

—Usted fue quién le ha hecho la vida tan miserable, así que el único culpable aquí es usted —vociferé con enfado.

—¡Eres un marica de mierda! —gritó.

Retrocedí inmediatamente cuando lo vi acercarse a mí. El profesor Heinrich rápidamente se interpuso entre nosotros, intentando tranquilizar al padre de Dominik.

—Señor Kaufmann, estamos en un hospital, por favor tranquilícese —le dijo con serenidad. Miré al padre de Dominik que también me miraba con mucho disgusto—. Será mejor que te vayas —me dijo el profesor Heinrich.

Miré de nuevo al padre de Dominik con mucha rabia. Me di la vuelta y salí del hospital.

Al siguiente día volví a ir con la esperanza de que esta vez lo vería, pero antes de que eso pasara, me encontré a una joven de mí misma edad, supuse que ella era Greta.

—Tu debes de ser Haruki —comentó una vez que llegó a mí.

—Y tu Greta —añadí firme.

—Con que Dominik te habló de mí —dijo cruzándose de brazos.

—Claro, dijo que eres insoportable.

Greta hizo un gesto de disgusto.

—Por tu culpa mi prometido está en esa maldita cama de hospital. ¿Eso querías? —espetó con dureza—. Lo único que querías era evitar que nos casáramos y lo lograste. ¿Ya estás contento?

—Yo nunca quise eso, y para que lo sepas, Dominik no te ama.

—Lo sé, y eso es debido a ti, ¿Te das cuenta? Todo es tu culpa ¿Acaso no te sientes mal por eso? Todo esto que está pasando es por ti, por ser tan inoportuno y un marica.

—No voy a permitir que me hables de esa manera —dije entre dientes. Comenzaba a hacerme enojar.

—Escúchame bien Haruki, si algo le llega a pasar a Dominik, será por tu culpa, y espero que vivas toda tu asquerosa vida recordándolo a diario.

Eso sí que me dolió. Si algo le llegara a pasar no me lo perdonaría. Me inundaron unas ganas de soltar en llanto pero no lo hice. Y menos, frente a ella.

—Deja de hacerte la víctima —logré decir con firmeza—. Por tu estúpido capricho de querer casarte con alguien que no te ama pasó todo esto. Si no lo hubieras aceptado desde un principio, no hubiera sucedido. Así que deja de ser tan arrogante y mejor déjalo ser feliz.

—Eres tan descarado.

—Y tu tan soberbia.

—Quiero que te largues y jamás regreses —soltó con enfado.

—No me voy a ir hasta no verlo.

—Su padre está con él en estos momentos, si no te vas, le diré que llame a la policía y que te lleven preso por cometer un delito.

La miré en silencio con tanto desprecio. Quería decirle tantas cosas, pero intenté tranquilizarme por Dominik.

—Greta —pronuncié su nombre con suavidad—. Te lo pido amablemente, por favor déjame verlo, aunque sea solo una vez.

—Creo que no has entendido, nadie te quiere, no eres bienvenido aquí.

—Por favor —supliqué.

—¿Qué haces aquí? —escuché la voz del padre de Dominik. Lo vi saliendo de la habitación.

—Señor Kaufmann, déjeme ver a Dominik, por favor —me apresuré a decir.

—Quiero que te largues inmediatamente de aquí —vociferó con enfado.

—No me haga esto, por favor, solo será una vez —dije amablemente.

—¡Lárgate! —añadió entre dientes.

Me di la vuelta y salí del hospital sin poder ver a Dominik.

La vida que no tuvimosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora