HARUKI
Dominik vino esa misma tarde del sábado al restaurante para dar un paseo, pero no sin antes comer unos fideos de arroz.
—Debo admitir que son los fideos más deliciosos que haya probado en mucho tiempo, no, más bien, en toda mi vida —se corrigió con una sonrisa.
—¿En serio? —dije con asombro—. Me halaga saberlo.
—¿Por qué te halagas si tu no los preparaste?
—No, pero mi madre sí.
—¿Tu mamá es la cocinera? —quiso saber.
—Sí, y también la dueña —contesté—. Y bien, ¿ya terminaste?
—Aguarda.
Tomó el tazón y se lo llevó a la boca, bebiendo el caldo que quedaba dentro. Bajó el tazón levemente para después colocarlo sobre la mesa. Tomó una servilleta y se limpió las comisuras de la boca. Cuando salimos del restaurante, comenzamos a caminar hacia una calle trasera del lado contrario del restaurante.
—Y dime, ¿qué quieres hacer después de graduarte? —pregunté con curiosidad.
—No lo sé. Tal vez trabajar para un hospital.
—¿Por qué decidiste estudiar medicina?
Dominik no lo pensó ni por un segundo.
—Me gustaría salvar vidas.
—Eso es lindo.
—¿Qué hay de ti? ¿Por qué te gusta tomar fotografías?
—Bueno, todo comenzó hace muchos años. Cuando tenía siete años vi a mis padres tomados de las manos mientras caminábamos por las calles una tarde de verano, fue una escena tan conmovedora que quise grábamela por siempre, dos años después, mi padre falleció, y mientras crecía, aquella imagen de mis padres fue disminuyendo, deseé tanto haber tenido una fotografía de ese día, entonces me surgió la idea de captar todo, así nació mi amor por la fotografía —confesé esbozando una sonrisa.
—Guau, me parece muy inspirador y conmovedor.
—¿De verdad? —dije con algo de asombro—. Cuando tenía 17 años mi madre me regaló la cámara que tengo, gracias a ella he descubierto que realmente amo la fotografía. Estoy muy agradecido con ella porque ahorró dinero para poder regalármela, es la mejor madre que haya podido pedir.
—Me lo imagino —sonrió—. Me alegro que tengas una increíble mamá, por cierto, ¿Cuánto tiempo llevas viviendo aquí?
—Llevo doce años.
—¿Y por qué se mudaron?
—Fue debido a la postguerra, como sabes, el país sufrió una fuerte crisis económica y todo lo demás llevó a mi madre a tomar la decisión de mudarnos de país por seguridad.
—¿Por qué Alemania?
—En ese entonces era uno de los países que permitió emigrantes.
Me detuve unas cuadras más adelante.
—Listo —añadí. Dominik me miró con desconcierto al mismo tiempo que también se detenía—. Nos hemos perdido.
Dominik comenzó a observar el lugar confundido.
—¿Cómo es que llegamos hasta aquí? No me di cuenta.
—Lo ves, cuando te enfocas en otra cosa pierdes la noción del tiempo y el espacio.
—Estoy impresionado —comentó con una expresión de asombro—. Es la primera vez que llego a un sitio sin antes haberlo planeado. Verás, suelo ser muy precavido y algo perfeccionista con el tiempo.
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La vida que no tuvimos
RomanceDominik es un joven Alemán que ha llevado una vida difícil, un día se ve obligado a hacer algo que le cambiará la vida, pero no sin antes conocer a Haruki, un joven Japonés algo peculiar y curioso que le hará ver el mundo de una perspectiva diferent...