Nauseas

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C19: MIYA QUIERE VOMITAR



No quiso llamar a Cherry, no soportaría ver la decepción en su mirada, Joe no era una opción por la misma razón, no quería que vieran en lo que había terminado. Reki y Langa no eran una opción viable, le apenaba tener que recurrir al pelirrojo después de semanas sin hablar y aún le dolía lo que le dijo Langa. Shadow por su parte probablemente le daría un sermón si es que no estaba dormido para esas horas. Sus padres ni de broma debían enterarse de lo que había pasado. Y su última opción no es que le gustase pero era mejor a las demás. El solo quería salir de ahí cuanto antes, así que cuando lo vio cruzar por la puerta sintió que iba a vomitar.

Adam iba enfundado en un traje negro y tenia una expresión seria cuando cruzo por el umbral. En silencio firmó todos los trámites necesarios y justificó su presencia con que era su patrocinador y representante. También pagó la fianza y un poco más por una falsa caridad de que eso no saliera a la luz. Así que le quitaron las esposas para dejarlo libre. En lo que Miya salía de la comisaría Adam recibe todas las cosas que le habían confiscado.

Espero pacientemente junto al elegante carro negro a que el mayor llegara y cuando llego a su lado le abrió la puerta del copiloto y el entro sintiéndose incomodo al darse cuenta que solo serian los dos. Cuando el viaje comenzó Adam encendió un cigarrillo haciendo que Miya gruñera bajo.

— Apaga eso, es asqueroso.

— Creí que te gustaba, hueles a cigarro — La voz seria que había usado durante los trámites cambio a una voz tan melosa que el revoltijo que había sentido antes se acrecentó; y sintió que necesitaba aire o iba a vomitar todo lo que tenía en el estómago (que para esas horas ya no era mucho).

— Solo abre la ventana ¿quieres?

— Eres un gatito exigente, pequeño. Pero te complaceré tanto como me pidas.

Adam abrió un poco las ventanas y dejó que el aire le diera de lleno aligerando el mareo. Miya vio que Ainosuke se desvió en la calle que debería llevarlo a su casa.

— Vas mal, es por la calle de allá.

— No iremos a tu casa, pequeño.

— ¿¡Disculpa?! — Miya se enderezó de golpe y lo miro molesto.

— Tu me pediste que te sacara de ahí, pero nunca accedí a llevarte a tu casa.

Miya sintió mucho más miedo que cuando los otros iban a robar la tienda. Recordó las insinuaciones que el mayor tenía con Langa y entró en pánico. ¿Qué es lo que iba a pasar con él? Intentó mantenerse sereno pero sabía que sus ojos mostraban el pánico que estaba sintiendo.

— ¿Entonces a donde planeas llevarme? ¿eh? — Miya busco con la mirada un escape y muy tarde se dio cuenta que el seguro de las puertas solo se desbloqueaban del lado de Adam, al igual que las ventanas que estaban a menos de la mitad abiertas.

— A mi casa, y no te preocupes, voy a cuidar bien de ti esta noche. — Adam palmeo su pierna y subió su mano por un segundo antes de apartarla y volver a ponerla en el volante.

Miya quería vomitar, y llorar; pero su cuerpo estaba pasmado y rígido. El pánico que sentía, Adam pareció disfrutarlo enteramente. Pero una idea cruzó por su cabeza tan rápido que lo mareo.

— ¿Dónde está mi teléfono? Quiero saber la hora.

— En la cajuela con las demás cosas; y son la... — Adam miró el reloj del tablero— 1:37 am.

Todo se desmoronó para él. Iría a la casa de Adam, donde estarían solos y estaba aterrado de lo que iba a pasar. Estaba mucho más asustado. Y se sintió más solo que nunca. Se arrepintió muy tarde de no llamar a sus amigos.

UNA FAMILIA PARA MIYADonde viven las historias. Descúbrelo ahora