Zanahoria

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C37: UNA MUY MOLESTA ZANAHORIA

Miya sentía que una mirada lo seguía a todas partes después de clases. Más cuando llegaba a reunirse con Langa y Reki; decir que lo inquietaba era poco, porque en verdad se estaba poniendo nervioso.

Después de lidiar con los acosadores de la pandilla con la que se juntó, puede que se haya vuelto un poco paranoico con el tema de ser seguido. Pero no iba a ponerse a lloriquear y temblar. Prefería atrapar a quien sea que estuviera siguiéndolo, pero no iba a hacerlo así nada más; dejó marcado el teléfono de la policía y un mensaje con su ubicación en el grupo de sus padres.

Podría ser muchas cosas, pero no era tonto como para buscar a su acosador sin tener un plan de respaldo por sí algo salía mal. Suficiente fue cuando Adam lo secuestró y casi abusó de él. El pensamiento lo hizo temblar.

Cuando se sintió observado después de haber estado con Reki jugando en el parque e iba camino al estudio Kaoru para entregarle un libro que su padre le prestó, sintió de nuevo la intensa mirada en su espalda. Se detuvo donde podía ver el reflejo de la calle en las ventanas de las casas y vio a una persona encapuchada que lo seguía aparentemente (una sombra extrañamente familiar cada que caminaba).

Con el mensaje listo para ser enviado y el teléfono a solo un toque de marcarse se dirigió hacia la persona por la espalda y tiró de la coleta que sobresalía de la gorra.

— ¡Au! ¡Suéltame! ¡Duele! — chilló su acosador. — ¡¿qué te pasa?! ¡Suéltame!

— ¡No hasta que me digas porque me llevas siguiendo días enteros!

Su acosador le dio un golpe en la parte sensible del brazo que se lo acalambro obligándolo a soltar su cabello. Miya dio un paso atrás y empuño la patineta para defenderse en caso de ser necesario.

Su acosador tomó la mochila que usaba, también a modo de defensa; a pesar de que ninguno de los dos parecía dispuesto a atacar. De pronto notó que la gorra que traía era muy similar a la que Reki llegaba a usar en el

"S" y la sudadera que le cubría casi hasta los muslos era notablemente muchas tallas más grande... Casualmente también tenía el clásico logo que su amigo usaba.

Pero, en cambio, si traía unos shorts a su media y unos tenis de fresas que se le hicieron horrendos. Bajo el Skate lentamente y miró su rostro con atención. Tenía la misma nariz que su amigo y rastros de una sonrisa fácil y bobalicona.

— Espera, te conozco ¿no es cierto? Eres la hermana de Reki. Mononoke... Sophi... Haru... Chihiro...

— ¡Deja de nombrar a todas los personajes de Ghibli! Y Chihiro es mi hermana, no yo.

Esta vez la hermana de Reki se quitó la gorra dejando ver que realmente era pelirroja, no como su hermano (de quien estaba casi seguro que se teñía para tenerlo así de rojo) si no un tono más cobré- naranja. Casi como el de una...

— ¿Y qué quieres conmigo, zanahoria?

Ella claramente se vio ofendida por el apodo, porque le dio un golpe en el brazo.

— No me digas zanahoria, tú, pulga.

Miya, tampoco estaba conforme con ser llamado así; pero en vez de regresarle el golpe o jalarle de nuevo su cabello, bufó molesto; de una manera similar a como lo haría un gato.

— Ahora sé que tu hermana tiene nombre de protagonista de película, pero no me sirve de nada si hablo contigo y no con ella, zanahoria. — Miya subió un pie en la patineta y comenzó a rodarla de atrás para adelante — Además, aun no me dices porque eres una acosadora.

— ¡No soy una acosadora! Segundo, tampoco soy una zanahoria, me llamo Koyomi y tercero, solo... Quería saber algo de mi hermano. — La chica pasó visiblemente de estar ofendida, a estar molesta, a una expresión que podría ser vergüenza.

— Si sabes que Reki es muy diferente a mi físicamente ¿no? Yo no soy tu hermano como para que me sigas como una zanahoria molesta.

— ¡Pará de decirme zanahoria! Tú, estúpida pulga. — Koyomi le dio otro golpe en el hombro y Miya le jaló de nuevo la coleta.

— ¡Mi nombre es Miya, no pulga! .

— ¡Ya lo sé!

— ¡Eres una acosadora!

— ¡No lo soy!

— ¡Que si!

— ¡Que no! ¡Pulga!

— ¡¿Entonces por qué me sigues a todos lados?! ¡Zanahoria acosadora! — Miya entrecerró los ojos, juzgandola.

— ¡Porque quiero saber a dónde se va mi hermano todas las noches y porque regresa lastimado! ¡Porque quiero saber desde cuándo le importa tanto una pulga egocéntrica! ¡Y porque quiero a mi hermano de vuelta!.

Koyomi talló su pómulo sonrojado para quitar el inicio de una lágrima y con la cabeza en alto se fue por el camino opuesto. Miya no reaccionó hasta tiempo después cuando Cherry lo llamó para saber si estaba en camino y si estaba bien. 



(...) 


En mi cabeza estos dos se llevan terriblemente mal, pero en plan hermanos. Se juran odio, pero le romperían la nariz a cualquiera por el otro.



UNA FAMILIA PARA MIYADonde viven las historias. Descúbrelo ahora