C43: ¡ALERTA! ¡ALERTA! UN TARADO ESTÁ CERCA
El segundo encuentro con Koyomi fue bastante más genuino, pero no más fácil. Él estaba en el centro comercial esperando a que su padre pasara a recogerlo; Miya había terminado ahí por ir a comprar un videojuego nuevo y su padre se había ofrecido a pasar por él después del trabajo, así que solo debía esperar un poco para no tener que atravesar a pie media ciudad.
Pero de pronto, desde su mesa vio cómo un chico un tanto mayor que él mismo, e iba persiguiendo a una muy conocida zanahoria. Ella claramente se veía incómoda y un tanto asustada; de vez en cuando miraba hacia atrás para ver si seguía ahí. Miya sabía que algo no iba bien, pero tampoco sabía si debía meterse deliberante.
Pero de manera casi milagrosa ambos cruzaron miradas; una mirada fue un grito de auxilio y la otra fue un entendimiento. Miya se levantó, tomó su vaso de frappé deslactosado y se acercó a Koyomi con la sonrisa descarada que solía usar en el "S" con cualquier idiota que lo tratara como un niñito indefenso.
— Hey, Zanahoria, ya te habías tardado, ¿Cuánto más me ibas a hacer esperarte? ¿He? — Le entregó su frappé apenas consumido y miró de mala manera al chico que ya estaba bastante cerca de ella. — ¿Se te perdió algo, slime?
— Ugh, Koyomi, tu jamás sales con nadie ¿y de repente tienes citas con este cualquiera? Yo te vi antes. — El sujeto intentó tomarla de la muñeca pero ella se giró para verlo con molesta y le dio un manotazo cuando quiso sujetarla, aunque aún dentro de una distancia bastante cercana a la seguridad que le daba Miya.
— ¿Disculpa? No soy un trofeo al que puedes tener solo por "llegar antes" — Koyomi lo miró asqueada, pero el rubio desteñido sólo sonrió de lado.
— ¿Crees que este idiota no te ve como una más? Eso es lo que eres Kyan, no eres tan importante.
Miya soltó una risa gatuna y puso sus manos detrás de su espalda balanceándose ligeramente; su mirada juguetona y presumida hizo que él otro diera inconscientemente un paso atrás tensando.
— ¿Y crees que un slime va a lograr llegar a ningún lado con ella tratándola así? ¿Tan débil es tu autoestima como para tener que ser tan... meh? — Miya se colgó perezosamente su mochila en el hombro y dio un paso hacia él— Dime ¿mamá no puso tus dibujos en el refrigerador cuando eras niño? ¿Tu papá no te dio palmaditas en la cabeza? O porque eres tan patéticamente necesitado de atención ¿eh?
El rubio desteñido sólo gruñó en respuesta, molesto y humillado.
— Más te vale que la dejes en paz, ella no es algo coleccionable que puedes tener solo por "ver primero", es una persona que te meterá una patada en los huevos como la jodas más, basura.
Confirmando su punto, Koyomi pegó en el suelo con su bota y se cruzo de brazos. Él chico huyó con la mayor dignidad que pudo fingir y cuando estuvo lo suficientemente lejos de los dos, Koyomi suspiro destensándose.
— Llevaba demasiado tiempo persiguiéndome, y por mucho que lo amenazara no funcionaba, cuando una pareja mayor lo vio y les pedí ayuda, él dijo que solo era una pelea de pareja por que tenía celos de una de sus amigas — Koyomi dio otro golpe en el suelo con el zapato con un genuino gesto de asco. A Miya le parecía una de esas leonas de los documentales que veía con su padre; si comenzara a gruñir no le sorprendería.— Y no tengo batería como para llamar a mi hermano. Gracias por ayudarme, pulga.
Miya le dio un golpe amistoso en el brazo y Koyomi se lo devolvió.
—Oye zanahoria. Reki no vive muy lejos de mi casa, y mi padre viene por mi en el auto, ¿Quieres que te pasemos a dejar?
— Bueno, según el tarado de Tobio eres mi cita, mas te vale que me devuelvas a mi casa.
Al final del día terminaron compartiendo números en el asiento trasero del auto del señor Chinen. El señor solo pudo alegrarse de que su hijo al parecer tenía una amiga.
(...)
A veces siento que pasa mucho tiempo entre actualizaciones, pero por algo llevamos un "calendario".
Si algo aprendió Miya estando con sus padres y su familia del S, fue aprender decencia humana.
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UNA FAMILIA PARA MIYA
Short StoryPor fin había conseguido una familia, además de sus ausentes padres, Miya consiguió un lugar seguro para desenvolverse. A sus 14 años por fin se sentía querido y aceptado... Hasta que las cosas comenzaron a cambiar un poco cada vez. A veces llega a...