UNA FAMILIA PARA MIYA

Inocencia

C35: NO ES TU CULPA QUE HAYA PERSONAS DESPRECIABLES

El perrito faldero de Adam había terminado en su casa para sobornar a sus padres (y a él) de no armar un escándalo sobre lo que pasó; a cambio él "muy amablemente" olvidaría la amenaza y la violencia que sufrió en su propia casa. Eso lo regresó al miedo que sintió en el auto de Adam esa noche; con su mano en su muslo, y luego su otra mano recorriendo desde su estómago hasta su pecho. 

Se sintió asqueado y presionado por una persona que ni siquiera estaba presente. Su padre lo notó y le ofreció retirarse en lo que ellos hablaban, pero prefirió quedarse. Tadashi suspiró y les explicó que Ainosuke no podía manchar su reputación a inicios de la campaña electoral. 

Que todo había sido culpa de un desliz por una mala interpretación del cortejo del niño. Quién, a palabras citadas: Se arrepintió después de las evidentes y desesperadas insinuaciones y nunca dio una negativa clara. 

Pará este punto Miya temblaba y lloraba de la frustración, la incomodidad y el estrés. Él jamás quiso que Adam lo tocará, él no lo provocó ni tampoco lo sedujo. ¡Es un niño, por Dios! ¡¿Cómo mierda él hubiera querido que un hombre como Adam lo tocará de esa manera?!. El jamás quiso que nada de eso pasara. 

Miya estaba aterrado. 

Su madre amenazó a Tadashi de sacarlo a punta de sartenazos si no se iba en ese momento. Su padre lo refugió en su pecho y él se escondió ahí, aferrándose a la conocida colonia para después del afeitado que utiliza su padre. Olía a hogar, a protección y a seguridad. Tadashi se fue, no sin antes avisar que volvería después para ver si habían considerado la oferta. 

Después de tranquilizarse un poco fué a tomar un baño. Se frotó con la esponja hasta que la piel le quedó roja; y al límite que la piel se había reventado hasta rasparse, donde las caricias fantasma de esa noche estuvieron. La piel le quemaba y el estómago se le retorcía con asco por sí mismo. 

Miya estaba despreciando su cuerpo. 

Despreciaba el cuerpo que había sido tocado sin permiso. El cuerpo que había sido culpado de lo que le pasó.