「II」Capítulo 3

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ANNIE

No podía dejar de mirar aquel llavero de bailarina. Eran casi las once de la mañana, y en teoría debía estar haciendo mis deberes del colegio y del hogar hacía una hora. Pero no podía evitarlo: la luz entraba por la ventana de mi habitación, traspasando aquella cortina vieja de encaje. Tirada en mi cama, con la mano izquierda sostenía el artefacto sobre mi rostro, y con la derecha la hacía girar con pequeños golpecitos. Es solo que... ¿Por qué era tan detallista? En el momento en que me dio aquel regalo, junto a esa hermosa prensa de cabello, casi me dio un coma diabético de las mariposas dulces que Armin ocasionó en mi estómago.

Y luego de eso... Nunca nos habíamos dado la mano antes. No sé porque nunca lo había considerado. La superficie cálida de su palma izquierda contra la derecha mía tenía una sensación realmente hormigueante. Caminando de aquella forma por los pasillos del centro comercial me sentía como una persona totalmente diferente. ¿Yo, con esa ligereza en el vientre que hacía desaparecer los cólicos menstruales? Nunca fui mucho de flores, bombones, globos y corazones. De hecho, siempre le decía a Hitch y Marlo que San Valentín me daba asco por ser tan cursi y pasteloso; que era una pura excusa que existía para que matrimonios al borde del divorcio salieran a cenar durante la noche, forzándose a sí mismos a seguir allí por sus dos hijos, o lo que fuera. Recordé como Pieck lo había llamado "trampa capitalista de rosas y alcohol para mentes consumidas por la cultura de masas". Hitch sí era la única de las tres que lo defendía, ensoñada con tener una velada romántica con cualquiera de sus múltiples enamoramientos. Y bueno, quién habría dicho que la chica de ojos adormilados y yo tendríamos que tragarnos nuestras palabras y actuar como unas completas enamoradas hipócritas.

Pasábamos de nuevo frente a una de las lujosas cafeterías del segundo piso, pues en realidad solo estábamos caminando sin un rumbo fijo, para gastar el tiempo sobrante y las calorías de las crepas. Armin me estaba contando cómo definitivamente yo sería entrenadora tipo hielo en Pokémon, cuando escuché una voz conocida.

- ¡Cielos, no puede ser!

Entre la multitud que iba y venía por ese corredor, apareció Hannah. Llevaba una sudadera estilo tie-dye en rosa y amarillo, tan grande que parecía un vestido; unos leggins ajustados y tenis blancas completaban su atuendo. Armin detuvo su marcha al instante, y me dio un casi imperceptible apretón en nuestras manos juntas, para luego soltar los dedos de nuestro agarre y alejar la palma; bajando la mirada. La chica pelirroja peinada con trenzas se acercó sonriente, tomada del brazo de su alto novio Franz. Él le cargaba su bolso al hombro, una bolsa de regalo, un arreglo de tres rosas, y la enorme botella metálica envuelta en pegatinas de "Salvemos las tortugas" y cosas así, que la chica llevaba todos los días a la escuela. En realidad no me caían muy bien, pero ya estaban ahí con nosotros.

- ¡Annie, hola! O sea, ¿qué? -extendió su mano con su teléfono totalmente sorprendida, mostrando sus largas uñas al natural- ¡Qué coincidencia encontrarlos aquí! ¿No es así, Franz?

- Ah, definitivamente, es... es muy divertido. ¿Qué hay, Armin? -pasó algunas de sus cosas al otro brazo, y le dio una fuerte palmada en el hombro, que lo sobresaltó. Franz también estaba en el equipo de fútbol americano, por lo que me preocupó que su fuerza le hubiera dolido al chico delgado y rubio a mi lado.

- Eh... ah... H-Hola, F-Franz... -su nerviosismo no lo dejó mirarlo a los ojos, y sus mejillas se tiñeron en rojo. Esta vez fui yo quien apretó un poco su mano, para que se tranquilizara.

- Pero vaya, es que sigo en serio como ¿qué? -rodeó sus ojos en tono avellana, haciendo una mueca sonriente- Entonces, ¿esto significa que los rumores sí son, como, ciertos? ¿Sí son como, ya saben, oficiales? ¿Annie, sí son novios?

Menta. Una historia de Armin y Annie [Trilogía completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora