Menta. Una historia de Armin y Annie [Trilogía completa]

「II」Capítulo 6

ARMIN

Mi casillero no era desordenado, pero tampoco se puede decir que fuera el modelo por seguir; aunque nunca iba a estar como el de Eren, por ejemplo. Él dejaba paquetes de galletas a medio comer dentro y se llenaban de hormigas que pasaban por las hendiduras del metal. En el mío no había basura comestible, pero me sorprendió la gran cantidad de hojas sueltas que tenía puestas por aquí y por allá. Instrucciones para trabajos en clase, reportes de laboratorio ya con el 10 rojo en la portada, resúmenes en viñetas que Nanaba entregaba para que nos aprendiéramos mejor la materia... Yo intentaba durar lo menos posible en mi visita al cubículo de almacenamiento, más por costumbre que por una amenaza real del últimamente decaído Jean. El meter rápidamente los libros sin cuidado ocasionaba que las hojas se arrugaran, ocuparan más volumen y en conclusión: mi casillero se llenaba demasiado rápido.

Ese primer viernes de marzo había llegado un poco más temprano de lo usual, debido al bajo tráfico que por algún motivo había en las calles. Aproveché esos minutos para sacar lo que solo estaba complicándome la existencia, decidido a tirar esas hojas en el basurero de reciclaje. No podía tirar las bitácoras del proyecto de ciencias, pues tenían fotos de Annie y yo juntos y pues... no podía. Las acomodé todas juntas entre el libro de Historia y el de Música. Supongo que estaba demasiado concentrado en ello como para notar los pasos que se acercaban a mí, fuera el bullicio usual del pasillo del segundo piso. Revisé que llevara todos los libros del día, y al cerrar la compuerta me llevé un susto de muerte.

- ¡Hola, Armin! -la sonrisa de Christa era amable, y sus ojos también. El problema es que aparecieron de la nada a mi lado y demasiado cerca, ocasionándome un jadeo y una sacudida de anteojos.

- Tranquilo, rubito, respira... -Ymir rodeó los ojos burlándose. Llevaba una caja de cartón en las manos.

- ¡No quería asustarte! Lo siento -la chica rubia juntó sus manos e infló un poco las mejillas.

- N-no... e-está bien, n-no... -reí nerviosamente, sin que ninguna palabra coherente saliera de mi boca, al tiempo que empujaba el pesado libro de química que se estaba deslizando hacia abajo. ¿Por qué me estaba hablando? Bueno, es que últimamente lo había hecho no solo conmigo, sino con todos los de la mesa del basurero en general.

- ¡Bueno, entonces no importa! Lo siento igual -rio. Se volteó hacia la caja de cartón de Ymir y repasó una serie de tarjetas- Lo que quería decirte es que... ¿dónde está? Anderson, Adams... ¡Oh, es esta! ¡Aquí tienes, esta es para ti!

Su sonrisa se extendió aún más mientras me tendía un pequeño sobre color crema, con letras doradas que decían mi nombre. Parecía una carta, pero ¿por qué Christa me daría una?

- Ah, ¿Q-qué es esto?

- ¿Qué? ¿Nunca has visto una invitación antes? -la morena alta sonrió extrañada.

- Basta, Ymir... ¡Es una invitación para la fiesta que voy a dar hoy en la noche, celebrando el inicio de la primavera! Es algo pequeño, descuida, no es para tanto -rodeó los ojos acomodándose la diadema de perlas que traía- Bueno, es que, o sea, me siento demasiado como... ¿feliz? ¡O sea, no sé! Es que últimamente nuestra clase está como empezando a unirse o no sé y es lindo. ¡Entonces decidí invitarlos a todos! Ya sabes, tus amigos, Eren, Mikasa, Sasha, Connie, obviamente Annie...

- Todos van a estar, ¡tienes que venir, obviamente, Armin! Quiero decir, las fiestas de Christa siempre son otra cosa, ¡de verdad! -la muchacha abrazó a su pequeña amiga, y noté una chispa resplandeciente en sus ojos marrones.

- Sí, bueno, no sé... -Christa tapó sus labios para ocultar el sonrojo que le salió- A la gente les gusta mucho, ¡supongo que no soy mala dando fiestas! ¡Pero sí, Armin, definitivamente! ¿O sea, no nos vas a dejar plantadas hoy en la noche, eh? ¡Los voy a estar esperando a ti, a Eren, a Annie y a los otros personalmente, así que no puedes rechazar esta propuesta, Armin!