Menta. Una historia de Armin y Annie [Trilogía completa]

「II」Capítulo 16 (Parte 2)

Christa alzó sus pupilas cargadas en ira. Aspiró con fuerza y palmoteó su caja toráxica para calmar su probable taquicardia. Dijo cada palabra con mucha dicción y lentitud.

- Lee mi rostro o lo que quieras mientras hablo. ¿Quieres tu verdad? Pues aquí te va. ¡Soy inocente! En la fiesta de hace dos semanas de verdad que no alteré nada en las bebidas. Ni la de Annie, ni la de Eren, ni la tuya. Sí es cierto que le dije a Bertholdt que Annie lo estaba buscando pues había visto que ya estaba mareada, y solo pensé que estaba ebria. Fue la razón por la que se lo dije. Para que fuera a cuidarla, para que nadie le hiciera nada, y para que aprovechara la oportunidad, ya que estaba allí... -encogió los hombros- Y sí, se lo dije a Bertholdt y no a ti, porque pensé que eras un pequeño inocente que estaba disfrutando de su primera fiesta, y no quería arruinártelo, y en el fondo me pareció algo tierno.

Sonrió, subiendo la otra palma al pecho.

- Además, Ymir te tiene un cariño especial. Ella dice que es porque eres como un perrito, pero probablemente sea porque te pareces mucho a mí. Literalmente si te pusieras un vestido podrías suplantar mi identidad... ¡Debería tener cuidado con eso, ¿no crees?! Pero eso no importa ahora. ¡Todo lo que acabas de decir sobre Ymir es mentira! ¡Yo la quiero como nunca he querido a otra persona, y quería que tuviera su juguete por el resto de la noche! Ya sabes, tú. ¡Porque sí, yo iba a estar ocupada con otro asunto y necesitaba distraerla un poco! Llámame manipuladora, llámame lo que quieras, pero yo no drogué a Annie esa noche. Ahora, si le echaron algo en su bebida, yo ni siquiera sé nada sobre eso.

Mi respiración se agitaba, y sentía que la cabeza me iba a explotar de lo caliente que estaba. Ella me producía asco. Bajó un poco el volumen de su voz, descendiendo la mirada.

- Y en cuanto a la otra vez... Reiner robó una de las cápsulas de Ymir sin que ella se diera cuenta, y la abrió en la cerveza de Annie durante el grupo de estudio, pero acepto que fue mi idea. ¡Pero no puedes culparme, Armin! Ya te dije, es algo sin importancia sin ningún tipo de efecto nocivo, y en ese momento ni siquiera la conocías. Ya te lo dije yo... ayudo a las personas. Quería que Berty fuera feliz, y pensé que quizás con un empujoncito Annie podría llegar a sentir algo por él, porque ya sabes, o sea, todos le tenían miedo a ella y no querían dar el siguiente paso. Todos menos Berty, porque él... sí la quiere en serio. ¡¿Qué había de malo con emparejar a dos personas que a todas luces tenían que estar juntas?! Pienso que todas las chicas merecen amor -encogió los hombros.

- ¿Y-y este fue tu razonamiento... aun sabiendo lo que él le había hecho en tu fiesta del año pasado? -yo apretaba mis dientes con fuerza, y estaba seguro de que mis uñas ya estaban dejando marcas pálidas sobre la madera.

- Ay, Armin, no exageres, solo se besaron -rodeó los ojos, llevándose el índice a la mejilla- Y lo siento si esto hiere de alguna forma tu masculinidad frágil, pero Annie lo besó de vuelta y probablemente le gustó.

El corazón se me detuvo, y sentí mis ojos llenarse de lágrimas. Me incorporé hacia atrás, respirando entrecortadamente. Sentía las manos atadas.

- T-tengo m-muchas ganas de golpearte... P-pero no puedo porque eres una chica...

- Ay, ¿por qué? -se llevó las manos a las mejillas y agudizó su voz- ¿Herí tus sentimientos al decirte la verdad? Espero que no vengas con una escopeta y nos mates a todos un día... Ya no te acosan, Armin. Ya no justificable si lo haces.

Dos pesadas lágrimas llegaron hasta mi barbilla, y mi boca se quedó entreabierta. Ella enredó uno de sus mechones en su dedo y miró hacia la ventana, frunciendo aún más el ceño. Luego de un rato en silencio se volteó de nuevo.

- ¡¿Qué?! Habla de una vez.

- L-lo siento, yo... No.... S-solo no puedo creer... -negué con la cabeza- No puedo entender... lo cruel que eres en realidad. Como juegas con las personas yo... N-no... ¡No puedo creer que lo hagas sin sentir el mínimo remordimiento, Christa!