Menta. Una historia de Armin y Annie [Trilogía completa]

「II」Capítulo 16 (Parte 1)

ARMIN

No podía evitar sentirme mejor con todo. Incluso el cielo se veía más azul que antes, y me parecía que el trinar de los gorriones era más melodioso. ¿La primavera estaba avanzando o solo era la esperanza recorriendo mis venas? Esperanza de que todo iba a ser mejor. Annie no solo había sonreído, sino que también explotó en una de sus hermosas risas intensas. Y es que era extraño, porque en teoría todo lo que planeé para ese picnic había salido mal: mis galletas fueron bañadas por la Ginger Ale de Mikasa, Annie casi me arrancó la cabeza cuando vio a Hitch y los otros llegar, fui un fracaso como pastelero... Pero de alguna forma las estrellas se alinearon y todo acabó siendo mejor de lo que hubiera podido imaginar. Ahora Annie se sentía un poquito más feliz, el abuelo me saludó alegremente durante el desayuno, el nulo tráfico en las calles me permitió llegar temprano.

Cruzar la plazoleta con The FatRat en mis oídos, esquivar a algunas personas sonrientes, sin el miedo constante de tener que esconderme, o tener que buscar a Annie, Eren o Mikasa para estar seguro. Por un instante me sentí en total paz y plenitud. "Él ya no está aquí, en realidad ahora puedo ir y venir por donde me dé la regalada gana". Podía llegar al gimnasio solo con la mochila de deporte, podía subir las escaleras del edificio norte para dejar el resto de mis cosas en mi casillero. Podía liberarme del peso de los libros de Gramática, Literatura, Música y Matemáticas y luego dirigirme a Educación Física, como hacía todo el mundo. Podía ser normal. Podía ser como los demás.

Giré la llave en la cerradura. Al ver la montaña acumulada de papeles doblados a la fuerza me decidí a acomodar un poco el contenido antes de dejar mi mochila cotidiana dentro. Una chica de piel morena con el cabello teñido en rosa se acercó seguida de sus amigas. Era mi vecina de casillero. Se ubicaron al otro lado de mi compuerta, riendo y charlando en un volumen tan alto que asumí que no les importaba si otras personas las escuchaban. Acerqué mi rostro a mis asuntos para no molestarlas.

- ... y luego me dijo algo como, "Hayley, no te voy a comprar esas botas que parecen de hombre" y yo estaba como -escuché que palmoteó una de voz algo aguda- "Como quieras, Taylor, se lo diré a papá".

- ¡Dios, no está! -la dueña del casillero buscaba algo desesperada - ¿Lo ven? Lo dejé el otro día en la cafetería. Rayos, Dios...

- Jessica, da igual, es Zeke... No te va a bajar puntos si te subes un poco la falda, amiga. Además puedes copiárselo a Sophie en el recreo -soltó una tercera chica de voz burlona.

Aquello me incomodó muchísimo, aún más sabiendo que era el hermano de Eren, así que solo continué acomodando los viejos exámenes por fecha. No es que me importara su conversación, pero es que literalmente estaban a la par mía. Me pareció que mi mochila quizás era demasiado grande, y sería mejor si solo dejaba todo el contenido dentro por separado en las dos estanterías. La chica de voz aguda tenía cabello negro y ondulado que rozaba el metal de mi compuerta. Cuando me incliné para sacar los libros pude observar el rostro pecoso de la tercera.

- Hayley, ¿ya viste la última foto de Juni & Lilly? ¡Dios, están en Aruba, es que...! ¡Ay! ¡Son tan bellas, míralas! -dijo.

- Dios, yo quiero esa vida cuando sea una señora. O sea, seminarios de skincare y viajar, se la tiran super rico -la tal Hayley sacó su teléfono- Jess, ¿te apuras?

Juni y Lilly. "Esos nombres yo los he escuchado en algún lado... "Juni" de Juniper y "Lilly" de Lillian, ¿no?". A través de mis mechones pude comprobar que efectivamente se trataba de una fotografía en Instagram de las madres de Thomas, en una piscina de esas que daban al mar. No tenía idea de que fueran famosas, como para que alguien totalmente ajena las conociera. Miré mi reloj: las seis cincuenta y cinco. Debía apurarme con eso, así que solo solo deslicé todo el contenido de la estantería superior para introducir los libros de golpe. Sin embargo, algo que soltó la chica de voz burlona me hizo aletargar mis movimientos.