「III」Capítulo 25

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ARMIN

- Armin.

"Yo... ahora recuerdo. Yo... te... amo. Annie".

Se puso en pie con una mezcla de velocidades. Tan repentino que se le cayó el cuaderno del regazo, pero lento y grácil; el fleco de su cabello no se desacomodó. Temblaba. Annie temblaba por todas partes. Incluso aunque se viera borrosa, admiré sus párpados que se cerraban poco a poco, dejando solo una capa acuosa que se negaba a caer. Dolía. "Annie... Annie... Annie. ¡Annie!" Hablar. Abrazar. Besar. Llorar. Dolía tanto que mi cuerpo no reaccionara a ninguna de mis órdenes.

Soltó un último gemido sollozado antes de acercarse. Tropezó con algo del piso y su cuerpo me cayó sobre las piernas ocultas bajo las cobijas. Tenía la ligereza de una pluma; ¿por qué se veía tan delgada? Pero algo de peso tenía sobre sus huesos y pude sentirlo. La sentí. Amé sentirla.

- ¡A-Armin! ¡¡Armin!! -le entendí mientras se arrastraba con sus manos por el colchón, incorporándose.

No duró ni dos centésimas de segundo en llegar hasta mí. No dudó en subirse al mismo lecho para cubrirme con su torso. No dudó en esconder sus gemidos de llanto en mi cuello y pecho; no dudó en lavarme la piel con sus lágrimas. No dudó en revolotear sus manos por mis hombros, orejas, mejillas y cabeza. Y no dudó en envolverme entre sus brazos, sin importarle enredarse con aquellos cables que me salían de todas partes.

Me abrazó.

"A-Annie..."

Y fue la sensación más cálida y reconfortante que nunca viví. Vivía. Yo estaba vivo, y Annie también. Annie estaba conmigo. No entendía qué estaba haciendo allí, ni porqué mi cuerpo estaba en aquel estado, pero no me importaba. Seguía sin atreverme a cerrar los párpados, pero mis ríos no necesitaron ese detonante para desbordarse. Annie. Eso era suficiente. "Tú eres todo, Annie... Gracias... por estar aquí. No me importa... en dónde estamos, pero gracias... por quedarte conmigo. Quiero... abrazarte, Annie. No puedo hacerlo, Annie. ¡Annie! Perdón, Annie... Annie..."

- L-lo... s-siento... -fueron mis primeras palabras hacia ella. No reconocí en absoluto mi voz. Salió grave, carrasposa y su volumen fue prácticamente nulo.

- No... -sentí su nariz negar sobre mi pecho. Su agarre se cerró más en torno a mi cuerpo- ¡No! Ar... No.... Min... Yo... No... Armin... Estás... vi... vo... Gracias... Gracias, Min...

"Estoy vivo... Entonces esto no es solo un bello sueño. Te amo... Tanto, que duele. Duele tanto no poderte abrazar. ¿Por qué no puedo hacerlo, Annie? ¿Por qué estoy así, Annie?" Mis esfuerzos inútiles solo habían conseguido elevar un poco las palmas de la mullida tela blanca, pero mis brazos pesaban demasiado. Me odiaba tanto por ser tan débil. "Annie, lo siento. Annie..."

- ... nnie... Annie... ¡Annie!

De repente, se alejó, mostrándome su rostro a centímetros del mío. El filo de sus pómulos se le demacraba. Con los párpados algo hinchados y totalmente enrojecidos por el llanto, pero su sonrisa era clara y tranquilizadora. Amaba verla sonreír. Era lo único para lo cual vivía, me daba igual todo. Annie... amaba verla sonreír. Amaba su pequeño colmillo más salido que el resto. Sus cinco preciosas pecas. Amaba las lágrimas dispersas que derramaba en mi rostro, que no cosquilleaban tanto como las finas hebras de su fleco. Y por encima de todo, amaba aquellos cristales brillosos y escarchados en nebulosas de amor. "En serio... sí te importo".

- -tomó mi rostro entre sus palmas frías y desnudas de anillos- Gracias, Armin. Gracias por volver. Gracias... -su expresión cambió a una de completa paz.

Posó un beso decidido encima de la mascarilla plástica, uno que debió haber caído en mi boca. Aquello acabó de desmoronarme por dentro, y misteriosamente me dio el empujón de fuerza que necesitaba. Al tiempo que ella me llenaba la mejilla derecha y la oreja correspondiente con sus diminutos y tiernos besitos, el vigor rellenó las venas de mis brazos. Logré elevarlos y enganchar los dedos en la tela de sus costados. A pesar de que el derecho me dolió como nunca. Y casi que arrancándole la blusa, mis manos treparon hasta cerrarse en un abrazo completo.

Menta. Una historia de Armin y Annie [Trilogía completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora